La mano de Valverde

Valverde, durante la rueda de prensa previa al Barcelona - Juventus

Valverde, durante la rueda de prensa previa al Barcelona - Juventus / IGNASI PAREDES

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Ya son tres partidos de Liga y uno de Champions. Cuatro victorias con 12 goles marcados y cero encajados. Mejor no se puede empezar. De hecho, Valverde es el entrenador que mejor ha empezado con el Barça si no fuera, claro, por la Supercopa contra el Madrid, en pleno agosto. Aquello fue un desastre. Dos derrotas, un solo gol a favor, cinco en contra, que todo hay que decirlo. No me olvido de la Supercopa, también forma parte del arranque oficial de Valverde. Pero si en algo hay que ser benévolos a la hora de enjuiciar a un nuevo entrenador es en el inicio de su trabajo. El Madrid le cayó encima cuando todavía no llevaba ni un mes con el equipo y en plena conmoción por la marcha de Neymar. Sí, fue mucho mejor el Madrid, que hizo pagar al Barça la penitencia de sus dudas y errores. Pero en esos momentos, cuando todo parecía derrumbarse, alguien mantuvo la calma y marcó la línea a seguir: el nuevo entrenador. Solo por eso, Ernesto Valverde ya debería haber convencido a los que pudieran dudar de su capacidad para dirigir al Barça. Su posición ante el caos, esa actitud de seguridad, de no perder la compostura, de afrontar la realidad ante la prensa. Ahí se ganó a los jugadores, a los que ya tenía convencidos por los planteamientos tácticos que les transmitía en los entrenamientos. 

La cuestión es que Valverde llegó al Barça con la idea fija de recuperar el juego a partir del balón, lo que quería decir poner en el valor que nunca debió dejar de tener la posesión, el control, el ritmo, el pase, en fin, que su Barça tenía que estar más cerca del de Guardiola que del de Luis Enrique. La marcha de Neymar le impactó, pero no le agobió. Su mente la vio como una oportunidad de no depender exclusivamente del tridente, podía ser una forma más rápida de llegar al objetivo. Su trabajo ha sido espectacular, no se vio en la Supercopa, era muy pronto, pero ahora ya es una evidencia. Todo ha de girar alrededor de Messi, al que concede libertad total de movimientos. Cuantos más espacios ocupe, más difícil de vigilar será para los rivales. Así no habrá ‘jaulas’ que valgan. Todo está muy pensado y trabajado. La ausencia de Neymar ha abierto todo el carril izquierdo para Alba, un socio habitual de Messi que tiene el plácet del crack. Otro objetivo era recuperar a Iniesta y la idea es simple: juntarle a Busquets y Messi, que ha hecho del centro su zona de máxima influencia, aunque no exclusiva, como se vio en el segundo gol a la Juve. Busquets, Iniesta y Messi, la columna vertebral, el tridente del talento. Ahora Iniesta cubre menos terreno y tiene más libertad creativa... ¡perfecto! Otro ajuste que potencia a otro jugador básico: Rakitic. Sin Neymar, Valverde ha trasladado el peso táctico en la derecha. El extremo fijo está ahora en este lado: Deulofeu o Dembélé. Por ahí suma también Semedo y así Rakitic, que antes debía cubrir la libertad de Messi, ahora tiene a dos que le guardan las espaldas a él. El centro del campo es una máquina perfectamente engrasada, con Rakitic e Iniesta basculando en función de por donde se mueva Messi, cuyo objetivo final es ocupar el llamado ‘9’ falso. Suárez, seguramente, es el gran sacrificado del cambio de dibujo, y ahora ha de caer más a las bandas, está más lejos del gol, pero el uruguayo tiene tanta categoría que se permite el lujo de ser el mejor asistente de Messi. Como ven, no es poca cosa. Seguramente hay más detalles que escapan al ojo de los observadores, y aunque ya sé que es pronto para disparar el optimismo, la mano de Valverde empieza a ser mano de santo.