Malcom se transforma en 'Yerry Mina II'

Malcom solo se divierte en los entrenamientos del Barça

Malcom solo se divierte en los entrenamientos del Barça / EFE

Jordi Gil

Jordi Gil

Ernesto Valverde está moldeando la tradicional imagen del hombre de club. En su parte formal cumple con el perfil. Acata las decisiones que llegan desde arriba, hace poco ruido y trabaja con las herramientas que le sirven. En el fondo, en cambio, si algún jugador o fichaje no es de su gusto, las oportunidades son escasas, por no decir mínimas. Así ocurrió con Yerry Mina la pasada campaña y así va por el camino Malcom Oliveira.

El brasileño quedó por segunda vez consecutiva fuera de la convocatoria para el partido ante el Tottenham, haciendo compañía a los canteranos eternamente descartados Aleñá y Samper. Al míster no le gusta que le impongan fichajes o verse obligado a situar a canteranos como marca de club. Tiene su propia filosofía, ceñida a muy corto plazo, y de ahí no sale. Quizá porque nunca haya acabado de percibir una confianza total por parte de la directiva o por inseguridad propia, Valverde busca su mejor once para ganar el siguiente partido, sin tener en cuenta una perspectiva de futuro.

Con Yerry Mina y Malcom le ha pasado algo similar. Valverde quería a Iñigo Martínez como central y tuvo que esperar hasta enero para reforzare con el colombiano. Para esta campaña, su jugador ofensivo deseado era Willian y, casi sin enterarse, se encontró con Malcom. Con Mina se resignó hasta el punto de tomárselo con buen humor, "un poco de alegría nunca viene mal", pero con Malcom se puso más serio, guardando solo de forma aparente su desencanto: "El club piensa que nos puede ayudar".

La consecuencia fue que Yerry Mina solo jugó seis partidos oficiales y los que más se divirtieron fueron rivales como Iago Apas y Januzaj, dejando por el suelo a Mina con un regate sonrojante en su último partido en el Camp Nou ante la Real Sociedad. La historia de Malcom empieza a asemejarse demasiado a la de Yerri y, sin duda, con mucha menos gracia.