Malcom, o como saltarse el peaje de Monchi

Monchi no acepta de buen grado el traspaso de Malcom al Barcelona

Monchi no acepta de buen grado el traspaso de Malcom al Barcelona / sport

Joaquim Piera

Joaquim Piera

Por mucha evolución que haya habido en el modelo de juego blaugrana desde la génesis cruyffista, el Barcelona, aún hoy, tiene la obligación moral de ir a por los mejores extremos natos que hay en el fútbol mundial. Y uno de ellos, sin duda, es Malcom, un fichaje robusto y que debe ser aplaudido, a pesar del desconocimiento generalizado que haya entre el aficionado medio sobre su figura y sus prestaciones. 

El Barça sí que sabe lo que está fichando. Monitorizaba a Malcom desde que André Cury, el ejecutivo del mercado sudamericano, realizó un informe en 2015, avisando que en el Corinthians, de Tite, había un extremo ambidiestro, que con 18 años, tenía talento y calidad técnica para entrar en el radar de la observación permanente. Y así ocurrió. 

Quiénes tuvimos la suerte de verlo jugar en el Arena Corinthians, nos dimos cuenta que allí se estaba gestando un futbolista que sería más en unos años acabaría en una gran plaza europea.

El enroque del Chelsea, que seguía hasta domingo empeñado en pedir 75 millones de euros por Willian (que será treintañero en agosto) precipitó el fichaje de Malcom, a quien el Barça birló de forma surrealista a la Roma. 

El ex del Corinthians llevaba desde enero de 2016 en el Girondins de Burdeos. Ahora con 21 años, y el bagaje de dos años y medio en la Ligue-1, su progresión era más que palpable en el último curso, donde explotó ofensivamente con 12 tantos y 7 asistencias. Era, pues, absolutamente innecesario que tuviera que hacer una escala previa en Roma antes de recalar en el Camp Nou. Muy diligentemente, el Barça se ha evitado tener que pagar el peaje previo inflacionario que supone pasar por las manos de Monchi. Si triunfaba en Italia, en dos o tres años podría haber alcanzado una cotización de 60 o 70 millones de euros.