El madridismo nunca entenderá al Barça
La estadística es una cárcel que limita la creatividad. Todo aquello que puede ser medido en números es hoy medido en números. No pasa solo en el fútbol porque ahí están los resultados económicos de las empresas, los resultados académicos de los estudiantes y, por supuesto, los resultados médicos caseros para explicar que el virus nos sigue atacando. El planeta es un número que gira sin descanso y las matemáticas, el cielo azul que lo cubre todo y todo lo justifica.
Álvaro Cervera, el mejor entrenador de la historia del Cádiz, está en el paro porque su equipo sumó pocos puntos. Ser quien les llevó a Primera desde Segunda B no sirve de nada en el planeta de los números. El día que un técnico ascienda, pierda la categoría y vuelva a subir el mundo será un lugar más bello. El marcador es hoy la ley, su ejecutor y el juez que dicta sentencia. Quien reparte razones y las quita, quien decide entrenadores y quien marca la política deportiva de los clubs, enganchados a la victoria y a los resultados.
Por eso Jasikevicius, siendo jugador, dijo que “no hay victorias morales” tras perder una Liga frente al Real Madrid. Y por eso la derrota en la Supercopa no tuvo nada de placentera cuando el árbitro señaló el final. Esto va de ganar o perder. Y punto. Hay que asumirlo. Y, sin embargo, la sensación fue casi de victoria porque este club ha aprendido que lo que le hace diferente al resto es el camino. Saber cómo se quiere ganar permite ser feliz incluso en la derrota, algo que el Real Madrid, por ejemplo, no tiene.
La euforia en la victoria y el vacío en la derrota es consecuencia de no tener un plan. Esta forma de vivir no es exclusiva de los blancos, sino un ejercicio de supervivencia generalizado. Parafraseando lo de “es tan pobre que solo tiene dinero”, el club de Florentino Pérez es tan simple que solo sabe ganar. El Barça se marchó triste por la derrota y feliz por sentir que está capacitado para volver a ganar. Pero, sobre todo, porque confirmó (por enésima vez) que el camino más rápido para hacerlo es ser fiel a sí mismo.
El madridismo se mofa del Barça porque creen que celebra una derrota. Nunca entenderán que no es así, que lo único que el barcelonismo aplaude es saberse más cerca de la victoria dignificando lo que les hace únicos. Y sí, eso es un evidente y meridiano punto de inflexión.
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