Palabra de director

El Madrid, fuera de control

florenfolch

Florentino pasa por malos momentos / SPORT.es

Ernest Folch

El Madrid entró ayer en una nueva dimensión. Tras sucumbir estrepitosamente ante el Atlético en casa, el Bernabéu se giró por fin hacia el palco. Esta vez no fue un grupo aislado, sino un clamor masivo, con pañuelos incluidos: los gritos de “Florentino, dimisión” ya no los pudo esconder ni la megafonía del estadio ni ninguna realización televisiva. Florentino se quedó ayer desnudo, sin paraguas ni cordón de seguridad, a la intemperie del fútbol, un mundo donde hace mucho frío cuando te quedas solo y sin protección.

Pero la crisis institucional se convirtió minutos después en una bomba, con unas declaraciones de Cristiano que, más que una rajada, parecen enseñar directamente su pista de despegue del Real Madrid. Sus palabras, matizadas después con poco éxito, son una terrible falta de respeto a sus compañeros, pero eso es quizás lo menos sustancial en un jugador que ya hace mucho tiempo que es víctima de un egocentrismo indomable. Porque el destinatario real de las palabras de Cristiano no son sus compañeros, sino Florentino, a quien le señala directamente por no haberle dado una plantilla competitiva. Desde ayer, se abre un cisma definitivo entre el presidente de la entidad y la máxima estrella, una situación tan inédita como insostenible. De fondo, aparece un Zidane abandonado, quizás el menos culpable de todos, usado como un mero instrumento del presidente, y algunos jugadores en el punto de mira.

Durante años, la corte que protege a Florentino ha intentado, a cada crisis, delimitar las responsabilidades en un perímetro estrictamente deportivo para salvaguardar así a su majestad. Pero el funambulismo tiene un límite y, la verdad, por mucho que se la retuerza, acaba siempre por asomar. Y es que la crisis deportiva del Real Madrid es solo un reflejo de una descomposición mayor, originada en el palco. El incendio blanco está hoy fuera de control y entramos en una dimensión desconocida en la que las llamas ni siquiera las pueden apagar los clásicos extintores presidenciales. Ayer se volvió a confirmar que, gracias a Florentino, el Barça gana incluso cuando no juega.