Luis Suárez sigue con su gafe en Champions

Luis Suárez, lamentándose por una de las ocasiones falladas

Luis Suárez, lamentándose por una de las ocasiones falladas / AFP

Lluís Mascaró

Decían que estaba acabado. Decían que estaba gordo. Decían que ya no tenía nivel Barça. Decían que había perdido su olfato goleador. Decían... Al principio de temporada, los ataques a Luis Suárez fueron demoledores. E injustos. Es verdad que al uruguayo le costó arrancar. Como a todo al equipo. Pero cuando Messi se lesionó y el Barça necesitó un nuevo líder, ahí estuvo Suárez para tirar del carro. Y marcar más goles que nunca. Incluído un 'hat-trick' al Madrid en el clásico.

Dudar de Suárez es dudar de uno de los extranjeros con más compromiso de la historia del Barça. Su trabajo en el campo es constante. Y su conexión, futbolística y personal, con Messi, insustituible. Por eso, cuando se reencontró con el gol calló todas aquellas bocas que tanto le criticaron. Les silenció a base de actuaciones magistrales. Como la de este martes en Milán. El uruguayo, con Messi en la grada (el crack argentino, Valverde y los médicos decidieron no arriesgar), volvió a ser el jefe del ataque.

Buscó el gol desesperadamente... pero no marcó

Luis Suárez fue una pesadilla constante para el Inter. Creó muchísimo peligro. Volvió locos a los defensas italianos. Peleó por todos los balones. Lo remató todo. Aunque, en esta ocasión, no tuvo fortuna. Parece que su gafe en la Champions (no marca como visitante desde hace  más de tres años) le sigue persiguiendo. Que sus detractores lo tengan claro: si no marcó en el Giuseppe Meazza fue, solo, por auténtica mala suerte. Lo mereció. Y el Barça también. Pero no pudo ser. El equipo de Valverde lo hizo todo para ganar (¡incluso marcó Malcom!) pero al final solo se llevó un punto. Poco premio para tan buen partido.

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