'Lucho' ha devuelto la ilusión por La Roja

Luis Enrique celebra uno de los goles de la selección española contra Eslovaquia

Luis Enrique celebra uno de los goles de la selección española contra Eslovaquia / AFP

L. Miguelsanz

L. Miguelsanz

Es la gran estrella de la selección, el centro de todas las miradas y críticas y parece que no le importa. Todo lo contrario. Luis Enrique asumió el papel de líder de La Roja una vez decidió que regresaba a los banquillos. Apostó por un proyecto y una lista de futbolistas muy suyos y huyó de personalismos y estrellas ya veteranas.

Salvo Sergio Busquets, el seleccionador lo que ha buscado es formar un grupo bien avenido y con hambre de títulos en grandes citas. La fórmula ha funcionado porque, suceda lo que suceda hoy ante Italia, Luis Enrique ha devuelto la ilusión por La Roja tras una larga travesía en el desierto en el que no se gestionó bien un cambio de ciclo necesario. Había que hacer tabla rasa y, a pesar de tener que luchar contra buena parte del entorno, el técnico ha ganado absolutamente la batalla. Ni pensaba dimitir antes, ni nadie va a pedir su cabeza si caen en semifinales. Ha llegado para impulsar el fútbol español y hacerlo con una generación de futbolistas que promete y que tiene muchísimo recorrido por delante. Pinta bien.

La apuesta de Rubiales por Luis Enrique era ciertamente arriesgada. No había ninguna duda de su currículum de éxito, pero su carácter no cae bien en cierto entorno de la capital. El presidente de la Federación sabía del riesgo que se corría si las cosas no funcionaban deportivamente, pero nunca ha dudado del técnico y ni se le pasó por la cabeza acortar su contrato cuando la selección no acababa de arrancar en la Eurocopa. Porque Luis Enrique está hecho para esto y tiene capacidad y, sobre todo carácter, para lidiar con toda la presión. Su protagonismo le ha ido perfecto a unos jugadores que solo deben preocuparse del césped porque todos los focos se centran en el banquillo. Y ahí Luis Enrique no tiene rival.

Al exblaugrana solo le queda un paso para lograr una gesta histórica con una de las selecciones más jóvenes de los últimos años. Si España llega a la final y gana, el gran vencedor, sin duda, estará en el banquillo.