Los ricos también lloran

Toca reflexión. Pero la reflexión parece un término poco adecuado para la época

Imágenes de la decepción de los jugadores del FC Barcelona tras perder la Final de Copa del Rey ante el Valencia en el estadio Benito Villamarín, Sevilla.

Imágenes de la decepción de los jugadores del FC Barcelona tras perder la Final de Copa del Rey ante el Valencia en el estadio Benito Villamarín, Sevilla. / Valentí ENRICH - SPORT

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Toca reflexión. Pero la reflexión parece un término poco adecuado para la época, mucho menos adecuado para el deporte, muchísimo menos para el fútbol, cero, nada, para el Barça donde, a las primeras de cambio, lo queman todo.

Si es época de reflexión, después de pasar, en días, en escasas semanas, de un posible triplete, que más vendieron otros que el técnico y la plantilla azulgrana, a otra Liga más, ganada con soltura y dejando a 19 puntos al mismísimo Real Madrid, será momento de pensar por parte de todos, no solo de unos cuantos.

Afortunadamente no tengo twitter (ni pienso), pero mis hijos me dicen que si entro en esa red social descubriré que todo el mundo señala a mi amigo Ernesto Valverde como el gran culpable de todo lo que le ha ocurrido al Barça en el último mes. De todo lo malo, supongo, pues de lo bueno, me temo, como dijo el otro día el gran Ronaldo “se hace cargo solo Leo Messi”. Ya saben: pierde el Barça de Valverde; gana el Barça de Messi.

Si la reflexión fuese tan sencilla (y no digo que no lo sea, digo que sería, simplemente, equivocada, errónea e injusta), sería suficiente con que el ‘Txingurri’ se hiciese a un lado (cosa que, al parecer, no le apetece o cree que no debe hacer y que yo haría, enviándolos a todos a la porra) y así desaparecerían todos los males repentinos del Barça. Ya está: cambiamos a Valverde, ponemos a otro técnico y, ahora, sí, arrasamos.

El caso es que Valverde tiene contrato. Poca cosa para alguien que gasta decenas de millones en jugadores que no utiliza. El caso es que el presidente, Josep María Bartomeu, que dice no leer prensa para sentirse libre y, por tanto, no estar influenciado por nadie (se supone que tampoco por el nocivo, anónimo y follonero twitter), le ha ratificado cinco veces en los últimos tres días. Como poco. El caso es que Messi lidera (eso también lo hemos oído de su boca, incluso después de decir que el comportamiento de los jugadores en Anfield fue lamentable) el apoyo del vestuario al ‘Txingurri’. Y el caso es que, por fin, aunque las encuestas de los digitales señalen al ‘mister’, ya hay aficionados y socios del Barça que creen que buena parte de sus chicos (¡vaya partiditos de Busquets, Alba, Rakitic…los últimos! ¡que mala conciencia la de Suárez!) ya han jugado sus 100 mejores partidos.

Es decir, que si estamos en época de reflexión, debería ser extensible a todas las partes del Barça. Pero, claro, solo hay una que es la más débil, el técnico (no aquí, en todas partes) y, por tanto, parece la más propicia para señalar. Si, encima, la crítica cruyffista acentúa su acoso y derribo desde la goleada de Anfield, soñando, tal vez, quién sabe, con Koeman, Xavi Hernández o Quique Setien, que ya está libre, la situación parece, insisto, solo mirar al banquillo.

Los técnicos nunca tienen a nadie de su lado. Solo ellos pueden y deben defenderse de la presión que les meten. Y únicamente pueden hacerlo con las victorias, los títulos. Así y, a veces, teniendo de su lado a alguien fuerte del club que mantenga la apuesta. No deja de ser curioso (no digo que Bartomeu se atreva a tanto con Valverde, o igual sí, quién sabe, está en el final de su mandato) que el vencedor de la final de Copa, el Valencia, estuviese semanas dudando sobre el futuro de Marcelino y solo la capacidad, profesionalidad, experiencia y determinación del máximo ejecutivo del club, el mallorquín Mateu Alemany, que sabía de su profesionalidad y dedicación, le mantuvo en el cargo. Y remontó. Y se metió en Champions. Y ganó la Copa.