Los negros

Umtiti y Semedo, dos de los futbolistas de color de la actual plantilla del Barça

Umtiti y Semedo, dos de los futbolistas de color de la actual plantilla del Barça / sport

Xavi Torres

Xavi Torres

Mientras el mundo trata de ordenarse por la crisis del coronavirus observamos con vergüenza como la nueva normalidad de la que tanto hablan los políticos nos sigue trayendo viejas realidades que ponen de manifiesto que la crisis de valores es mucho mayor que la sanitaria o la económica. El asesinato de George Floyd, en Minesota, EE.UU., por parte del agente Derek Chauvin ante la relajada mirada de sus compañeros Tou Thao, Thomas Lane y J. Alexander Kueng, después de asfixiarlo contra el suelo con la rodilla sobre su cuello durante ocho minutos y 46 segundos, no es más que una nueva demostración de racismo y abuso policial hacia un ciudadano de raza negra. Y eso, sucede allí y también, aquí. Y, por supuesto, no tan solo de la policía sino de parte de la sociedad que sigue anclada en el paleolítico ideológico más peligroso. Sucede que para muchos negros -y también para otros colectivos- no hace falta llegar a la muerte para darse cuenta de lo que es no vivir.

Lamentablemente, a pesar de que todos sabemos que la solución está en la educación, cada día sumamos nuevos ejemplos a esta catástrofe. También en el fútbol, en la totalidad de sus aficiones, sin excepción. En el mundo del balón, el racismo está consolidado hasta el punto de que muchas de sus manifestaciones ya no sorprenden ni provocan el rechazo: pasan por normales aunque ni en la vieja ni en la nueva sociedad, lo sean.

El Barça tiene en su plantilla a Braithwaite, Dembélé, Fati, Júnior, Semedo y Umtiti pero entre sus aficionados hay quien insulta a los negros de mierda de otros equipos, o tiene a Arthur, Messi, Neto, Suárez y Vidal pero en la grada del Camp Nou hay quien pierde los papeles contra los sudacas rivales. Y sucede, también, con los moros (que, curiosamente durante algún tiempo han patrocinado el club. ¿O los insultos solo se refieren a los que no tienen petróleo?). Parece que bajo el argumento de la rivalidad el fútbol es capaz de cobijar cualquier atropello.

Podríamos generalizar pero vamos a individualizar porque esta tribuna viene asociada a la información del FC Barcelona. Hablemos de esperanza en un futuro inmediato para conseguir que los estatutos del club se manifiesten abiertamente antifascistas, antirracistas y en lucha permanente contra la homofobia, xenofobia, sexismo y resto de discriminaciones; que una entidad que ha sido casi siempre motor de país vuelva a ir un paso por delante apoyando desacomplejadamente los movimientos sociales de sus ciudadanos; que sus deportistas, iconos globales, se dejen la piel para ayudar a acabar con tanta vergüenza y que los medios de comunicación no nos olvidemos con tanta facilidad de la lucha social. Entre todos deberíamos aprovechar que el balón es muy poderoso.

AUTOPROTECCIÓN

En pleno confinamiento Josep Maria Bartomeu se animó a remodelar su junta cortando algunas cabezas y permitiendo la salida de otras. Apenas queda un año para las elecciones y dejar el club en manos amigas se antoja absolutamente imprescindible para él.

En la obligada reestructuración el presidente se atrevió a dar medio paso adelante con Xavier Vilajoana, directivo exfutbolista, formado en las escuelas de Laureano Ruiz y Johan Cruyff, abuelo y padre del método que Pep Guardiola, el hijo, convirtió al Barça en la referencia mundial ganando el seis de seis en 2009. Vilajoana fue nombrado responsable del Barça B y del fútbol base, además del fútbol femenino.

Con este paso el filial se consolida como un equipo que va a tener siempre la puerta abierta para los juveniles que se lo ganen hecho que va a provocar, de paso, que finalice la masiva salida de cadetes ahogados por el triste proyecto de los últimos tiempos. Se trata de creer o no creer y el directivo Vilajoana, sin duda, cree en La Masia.

Eso sí, Bartomeu dio medio paso; para el otro medio -hacerlo vicepresidente deportivo y darle también el primer equipo-, no se atrevió. Como es habitual en el presidente la política de autoprotección ha pesado más que tomar la mejor decisión para el Barça. El objetivo es claro: no hacer nada que vaya a perjudicar su sucesión. Política. Equilibrios. Muchísimo en juego.