Ya lleva más goles Piqué que de Jong

Piqué abrió el marcador ante el Dinamo de Kiev

Piqué abrió el marcador ante el Dinamo de Kiev / Valentí Enrich

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Otra vez vuelta a las andadas, mal partido del Barça, espesísimo, sin intensidad, sin velocidad, sin profundidad, casi diría que sin ganas de jugar en esta sesión de tarde que tanto daño hace a la Champions. Gradas desangeladas, equipos desmotivados. Se ganó, que era lo importante, pero las sensaciones no pudieron ser peores a cuatro días del Clásico. Desde luego, mucho tendrán que cambiar las cosas el domingo, pues jugando así de blandengues no le harán ni cosquillas al Madrid. Lo de ayer no puede repetirse, aunque crece el temor de que el mal juego del equipo se convierta en un mal endémico ante la falta de creación y, sobre todo, de remate del conjunto azulgrana.

Ante el Dinamo, Koeman repitió con Dest de extremo formando tridente con Memphis y Luuk de Jong como 9 puro, dejando en el banquillo a Ansu Fati, seguramente pensando en el Madrid. Lo del ariete holandés volvió a ser un mal sueño. Desesperante actuación la suya. Menos mal que Piqué hace mejor su trabajo de rematador y salió al rescate del equipo. Gol, 1-0, y paren ustedes de contar. Si no es por Gerard, ahora estaríamos hablando de un auténtico drama. 

DEFENSAS GOLEADORES.

La realidad del ataque del Barça es tan triste, que Piqué ya lleva más goles que Luuk de Jong. El central firmó primer gol de la Liga (4-2 ante la Real Sociedad) y, ayer, el primero, y único, de la Champions. El rematador/goleador/especialista que pidió Koeman, se paró en el tanto que marcó al Levante. La marcha de Messi ha dejado al ataque tiritando. Memphis, cuatro goles, Braithwaite, dos y Ansu Fati, el mejor, otros dos. Pocos goles son.

Y así, Piqué, que ya es el defensa máximo goleador de la Champions junto a Roberto Carlos y ya por encima de Sergio Ramos, Sergi Roberto también con dos goles, y Araujo, otro central, con uno, son defensas que les dejan en evidencia. Cierto es que la línea de creación tampoco está fina, pero no lo está para nadie, ni para los delanteros ni para los defensas. Ahí tiene Koeman un auténtico problema, uno de muchos, pero especialmente grave. Y ha de resolverlo con urgencia si quiere que la reacción del equipo sea mínimamente solvente y creíble.