Ha llegado un ángel: Ansu Fati

Ansu Fati

Ansu Fati / sport

Carme Barceló

Carme Barceló

Una Liga perdida que tenías ganada. Una Champions de la que te apean de forma humillante. Un 2-8 que da la vuelta al mundo y que no digieres. Un técnico que salta despedido del banquillo y otro, leyenda barcelonista, que se sienta a los pocos días. Una lista de bajas con Luis Suárez al frente. Un burofax que lo dinamita todo. Un ‘me voy’ de Messi y un ‘me quedo’ a regañadientes con diez días de diferencia. Una operación de Ter Stegen que lo deja KO dos meses. Una moción de censura. ‘Rajadas’ varias de unos y otros. Y, lo peor, que todo ello sucede en el contexto de una pandemia mundial y una grave crisis económica.

Si la vida es una tómbola, en ésta no ha tocado nada. Ya no es cuestión de pesimismo culé. Los hechos avalan el desánimo, el mosqueo, las ganas de salir, de cerrar la puerta y el ciclo. Seis semanas sumidos en la oscuridad son muchas. Y cuando parece que no te han dado ni la vela en este entierro, un soplo de aire fresco se lleva por delante a unas cuantas plañideras. Un niño prodigio, como aquella Marisol de los 60, la de ‘Un rayo de luz’ y ‘Ha llegado un ángel’, la actriz convertida en un símbolo del aperturismo en aquellos tiempos de dictadura y de vida en blanco y negro. Ansu Fati no es un regalo sorpresa pero sí la reedición en tapa dura de una obra que va camino del ‘bestseller’.

Mientras unos se pierden en análisis de sonrisas y manos en los bolsillos y otros cuestionan su capitanía, Messi ha estado, está y va a estar junto al chaval. La palmadita en la espalda ya se la dio en los primeros entrenamientos con Valverde y el pase definitivo al primer equipo, en el campo. Leo es el espejo donde se mira Ansu. Como él, llegó muy jovencito al FC Barcelona y con toda una familia detrás que gira en torno a él. Una espalda en la que cargan muchas responsabilidades y a la que Fati añade hoy la desesperada necesidad del barcelonismo de agarrarse a algo firme. Una mezcla peligrosa de ilusión y precipitación que Koeman, su tutor deportivo, debe gestionar dentro y fuera del vestuario. Y los veteranos, cuidarle a la par que le ponen los pies en el suelo. El chaval no ha llegado para tapar nada y sí para arrimar el hombro en este nuevo proyecto que apenas ha empezado. Eso sí, como rayo de luz no tiene precio.