Opinión
Esta Liga también es de Xavi

Flick y Lamine han revolucionado un proyecto que se ha consolidado en la primera temporada del alemán / Valentí Enrich / SPO
¿De quién es este extraordinario doblete de Liga y Copa? O mejor aún: ¿de quién es esta maravillosa y nueva ilusión del barcelonismo, que tras una dura travesía del desierto, vuelve a sonreír y a soñar en grande? Las victorias, a diferencia de las derrotas, tienen siempre muchos padres, pero esta vez con razón.
Esta gran Liga es en primer lugar mérito de Joan Laporta, que por fin volvió a hacer caso de su instinto, y optó por fichar a Hansi Flick, que ya tenía en su radar desde hacía tiempo. El presidente, que no había creído ni en Koeman ni en Xavi (a pesar de haberle renovado), decidió optar por un entrenador nada evidente en su tercer año de mandato, y parecerse por fin a sí mismo, es decir, al primer Laporta. Esta Liga, pues, también es en gran parte de Flick, al que algunos veíamos al principio con escepticismo por ser ajeno a toda la genealogía cruyfista, pero que precisamente por ello, y por no tener ninguna vinculación con el entorno, pudo desarrollar su gran talento con total libertad. Flick, a diferencia de Xavi, pudo aplicar su plan sin necesidad de estar pendiente de lo que se publicaba, algo que por cierto puede convertirse en una lección de cara al futuro.
Esta Liga también es por supuesto de La Masía, y de su máximo estandarte Lamine Yamal, un menor de edad convertido en el mejor jugador del mundo en un tiempo récord. Y precisamente por ello hay que decir que esta Liga es también de Xavi, que hizo debutar a Lamine, Cubarsí o Fermín en edades de risa, y le entregó a Hansi Flick un material de primera calidad para edificar su éxito, de la misma manera que Koeman le había entregado a Xavi joyas como Pedri y Gavi ya moldeadas.
A Xavi le tocó navegar en un contexto altamente hostil y complejo, y ni él ni el club encontraron una mínima estabilidad, a pesar de ganar también una Liga: su dimisión en diferido fue en realidad la última de varias malas decisiones que terminaron por condenarlo. Quizás Xavi llegó demasiado pronto, de la misma manera que Koeman había llegado demasiado temprano. Lo que es indudable es que Flick aterrizó en el momento justo, prueba de que el banquillo del Barça es altamente caprichoso con los tiempos, y a él le toca, como le pasó a Guardiola en su día, llevarse muy merecidamente la mayoría de los elogios.
Pero en estos momentos de éxito en los que en el Barça somos tradicionalmente maniqueos, no estaría de más que nos acordáramos también de Xavi, que sentó las bases para construir esta nueva autopista hacia la gloria. La paradoja es que lo que no le bastó a él puede servirle a su sucesor. También nos puede ser útil para darnos cuenta de que, en el Barça, quizás podemos empezar a aprender a ganar no contra nadie sino sencillamente a favor de nosotros mismos. ¡Ay!, pero esta ya es otra historia.
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