Lewandowski va dos pasos por delante

Gavi, Lewandowski y Gavi, antes de la gala del Balón de Oro

Gavi, Lewandowski y Gavi, antes de la gala del Balón de Oro / FCB

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Mientras parte del entorno empieza a dudar de todo, jaleados por los altavoces interesados de la capital española que disparan su munición pesada contra Xavi, hay quien desde el Camp Nou alza la vista, gana perspectiva y luce mirada de gran angular. Mientras desde el propio club, tanto en los despachos como en el banquillo, siguen manteniendo el listón de la exigencia que merece la grandeza de la entidad, hay quien, sin hacer ruido y sin necesidad de generarlo, demuestra una capacidad de análisis admirable e impropia de su posición.

El entorno empieza a quejarse de que las expectativas creadas no están alineadas con el progreso del equipo, como si fuera compatible realizar una inversión de más de doscientos millones de euros y lanzar un “team under construction”. Es evidente que todo está por hacer, tanto como que Laporta y Xavi estaban obligados a levantar el ánimo del barcelonismo porque habría sido incomprensible pedir prudencia mientras Lewandowski, Raphinha o Kounde se vestían de blaugrana. Lo contrario, pedir paciencia, calma y sosiego al mismo tiempo que se inundaba el mercado de millones procedentes de las palancas no tendría ningún sentido. El Barça vive hoy instalado en esa paradoja vital: es consciente de que necesita tiempo y, también, de que no le está permitido pedirlo porque nadie entendería que lo hiciera.

En mitad de este dilema existencial, resulta admirable la lectura sosegada y adulta, libre de ismos y ajena a la toxicidad que desprenden demasiado a menudo las guerras fraticidas entre culés, de Robert Lewandowski. Las pocas horas que el polaco pasó en París para acudir a la gala del Balón de Oro sirvieron para comprobar que la grandeza de este futbolista va mucho más allá del terreno de juego. Reconoció a Benzema como justo ganador incluso antes de recibir el trofeo saludándolo ante las cámaras para, después de recoger el Trofeo Muller, pronunciar unas palabras que han pasado demasiado desapercibidas: “He llegado al Barça en el momento adecuado”. Robert añadió que “si seguimos trabajando duro, podemos conseguir grandes cosas”. No es un mensaje de relleno y, por supuesto, no es gratuito. Lo lanzó tras prácticamente despedirse de la Champions y tras caer en el Bernabéu. Sus palabras son las de quien, adelantándose a quienes sufren por un hipotético arrepentimiento del polaco por haber fichado por el Barça, zanja cualquier debate incluso antes de que se haya generado. Su compromiso es total e incondicional.