Les presento a Gonzalo Rodríguez

El Barça, un paso más cerca del triplete

Graham Hansen en cuartos de la final de la Copa de la Reina

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

No repetiré el examen que TV3 realizó a los candidatos a la presidencia del Barça, en el que, muy especialmente, el que después saldría arrolladoramente presidente, Joan Laporta, ni siquiera sabía que Andrea Pereira, Asisat Oshoala y Leila Ouahabi eran jugadoras del Barça. Y, por tanto, no cometeré la osadía de preguntarle al nuevo y flamante presidente, que prefirió la paella valenciana a la fiesta de clasificación de la Champions femenina de su equipo, si conoce a un tal Gonzalo Rodríguez

Pero, miren, ustedes, queridos lectores, estimados cómplices de mis cosas, sí merecen saber quién es Gonzalo Rodríguez. Porque Gonzalo forma parte de esa gente anónima, silenciosa, oculta, maravillosa, que vive y pasa por debajo del radar de la popularidad, la fama y la gloria y que, sin embargo, son quienes hacen grande un club como el Barça. Gonzalo es uno de esos jóvenes empleados que están permitiendo, por ejemplo, que la nueva directiva del Barça viva a diario casi una final de Champions de cualquier deporte (no del equipo profesional de fútbol, no), la ganen o la pierdan, gracias a su enorme entrega, sacrificio y predisposición muy por encima del salario que reciben. Mucho.

No hay duda que, como ha ocurrido con el basket, en el mismo fútbol sala y, recientemente, sin la presencia en el palco del presidente, en el fabuloso equipo femenino de fútbol, Laporta y sus nuevos ejecutivos, que también le acompañaron a Valencia (nadie, nadie, por lo visto, fue capaz de decirle al presidente “deberíamos quedarnos en el Johan Cruyff”), se han encontrado con el trabajo hecho por la directiva de Josep Maria Bartomeu, que sigue desaparecido en combate. Ni que decir tiene que, tal y como reconoció Enric Masip en un durísimo twitter cuando se criticaba al presidente por haber viajado a Mestalla, “no olvidéis que todos (secciones y el equipo femenino) dependen y cobran gracias al 1er equipo”. Da, pues, la sensación, de que a los nuevos inquilinos del palco del Camp Nou solo les interesa la renovación de Leo Messi y la alegría de sus compañeros de vestuario. Lo demás, bueno, es Barça, pero no nos volvamos locos.

Insisto, guste o no guste, lo cierto es que el éxito, la progresión, la mejoría, la imagen, el fútbol, los logros, la representación, el palmarés y el comportamiento del equipo, la cantera y el proyecto del femenino del Barça es un modelo a seguir. Nadie sabe si, como ha ocurrido con otras secciones, sus máximos responsables, empezando por el caballero que lo hace todo, por el hombre orquesta, por el epicentro de ese fabuloso tsunami de fútbol y victorias, llamado Markel Zubizarreta, y terminando por Gonzalo Rodríguez van a seguir al frente de este fabuloso milagro, que podría convertir al Barça (no sé si Laporta conoce este dato) en el primer club del mundo capaz de atesorar en sus vitrinas la Champions masculina y femenina.

De momento (y eso sí es muy buena señal) acaban de renovar a Lluís Cortés, el entrenador, antes de la final de Gotemburgo frente al Chelsea, curiosamente el mismo domingo (16 de mayo) en que el Barça recibe al Celta en el Camp Nou. Más dudas para Joan Laporta. Ir o quedarse. Irá, fijo. Hay quien dice que esta vez el Barça tiene posibilidades de conquistar la orejona femenina. No deja de ser sintomático que el conjunto culé aún mantenga a ocho de las titulares que perdieron (4-1) ante el poderoso Lyon, en el 2019, lo que demuestra que la sección trabaja para que sus futbolistas mejoren año a año, no fichando a golpe de talonario aunque la llegada de Caroline Graham Hansen y el regreso de Jenni Hermoso hayan sido vitales para mantenerse en la cúspide continental. 

Lo que empezó siendo una decisión personal de Bartomeu y convirtió a Jordi Mestre en su más grande defensor y a Maria Teixidó, su continuadora, no levantando el pie del acelerador para no descender el ritmo de mejora del equipo, de la sección y de la cantera, ha terminado convirtiendo al Barça femenino en el equipo de referencia del Viejo Continente, no tanto por lo que gana, sino por cómo lo gana, ya que nadie, nadie, propone el estilo de juego que proponen las azulgranas. 

“El éxito del fútbol femenino del Barça es obra, en más del 50% de Markel Zubizarreta”, asegura Albert Soler, que fue quien fichó al manager de la sección. Soler, despedido hace unos días del Barça, es el nuevo Director General del Consejo Superior de Deportes. El hijo mayor de Andoni Zubizarreta vive oculto y, no solo agradece, siempre que puede, el tremendo impulso que le dio Mestre al proyecto, sino que asegura que, sin los jóvenes que le ayudan en su tarea (“somos pocos, pero con unas ganas de trabajar enormes”), el milagro, dirigido por Cortés y protagonizado por las jugadores, hubiese sido imposible.

Y ese milagro, se lo digo yo, tiene su apóstol. Se llama Gonzalo Rodríguez, es de Badajoz, repito, ¡de Badajoz!, tiene 26 años, es licenciado en Derecho, posee un Master en derecho deportivo y, como afirman en el vestuario del Johan Cruyff, “se come los días”. 

Gonzalo se encarga de todo. Dicen que es el delegado del equipo, pero no es verdad: Gonzalo es el conseguidor. Gonzalo busca piso a las chicas, hace que les arreglen la lavadora si no funciona, les envía al fontanero si se produce un escape de agua, les proporciona el wifi, les arregla cualquier papel, está tooooooodo el día pendiente de ellas, les acompaña en los viajes… Gonzalo es un buldócer, no se le escapa nada y es quien libera a Zubizarreta, Cortés y las chicas de los mayores marrones habidos y por haber. Y siempre con una sonrisa de oreja a oreja. 

Los milagros existen porque existen personas como Gonzalo Rodríguez. En el Barça y en todos los rincones del mundo. Y a todos ellos les debemos un reconocimiento. Este, por ejemplo.