Las lecciones de 2020

Koeman

Koeman aceptará la decisión de Riqui Puig / EFE

Jordi Cruyff

Cerramos un año que nos ha puesto a prueba, no solo en lo futbolístico, también en lo personal. Tocaba aferrarse a la supervivencia. Y el fútbol superó esta prueba con creces. Montó una infraestructura a marchas forzadas que permitió que la gente que se gana la vida en este sector pudiera salir adelante. No me refiero, por supuesto, a los sueldos de futbolistas, hay muchos trabajadores que dependen de esta industria. Y un gesto solidario como el que tuvo la plantilla del Barça para que los trabajadores de club no perdieran sus salarios me pareció algo digno. No todo el mundo lo hace.

Sin duda, fue todo un éxito que se pudieran acabar las ligas y la Champions, a costa de las selecciones nacionales que pasaron a un segundo plano. Y, de esta forma, se han amortiguado las pérdidas económicas salvando los derechos de televisión. Pero por mucho que se haya intentado mantener el fútbol a flote, un estadio sin público supone una diferencia abismal sobre el terreno de juego. Los partidos se han convertido en entrenamientos de alta intensidad, un momento forzado que te obliga a multiplicar la agresividad que solo te da el empuje de la grada. En la tele lo disfrazan con efectos de sonido, pero en el campo se hace muy duro. Sin ese run run de la grada que te pone las pilas o esa afición que te da alas cuando vas perdiendo 0-1 con el partido atascado, el fútbol no es el mismo deporte. Ha tocado hacer sacrificios por la supervivencia, pero al menos hemos aprendido a valorar a la afición en su justa medida.

Si algo nos ha enseñado este 2020 condicionado por la crisis sanitaria es que toca repensar el modelo de gestión de los clubes. Curiosamente, las entidades grandes se han resentido en mayor medida por depender más de la taquilla y el merchandising. Mientras que los equipos más humildes, con los derechos televisivos como vía principal de ingresos, han aguantado mejor el chaparrón. Es el momento de activar un botón en la cabeza que nos aporte soluciones creativas y medidas que busquen proteger a los clubes, como cláusulas de fuerza mayor en los contratos de jugadores. Hay excepciones como el Chelsea, que ha tenido mucha suerte sin buscarla al contar con un colchón económico para captar refuerzos tras finalizar el castigo de la FIFA. O el Ajax, que con los derechos televisivos asegurados a pesar del final precipitado de la liga contaba con dinero en el banco y la venta de Ziyech al Chelsea en enero que, sumada posteriormente al traspaso de Dest al Barça, les ha permitido tener los deberes hechos sin mayores turbulencias.

Esta pandemia ha supuesto un aviso para navegantes sobre la necesidad de llevar los números bien armados. Sobre todo, en el caso de España, que ha perdido fuerza competitiva por las desventajas de su clima fiscal respecto a Italia o Francia o ante la fuerza de los derechos televisivos de la Premier. Es la hora de ser creativos para buscar fórmulas que en un futuro permitan a los clubes vivir con beneficios y tener un dinero reservado en la cuenta corriente por si las moscas. Vivir al día con deudas ha demostrado que puede precipitar una caída libre hacia la ruina.

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El inicio de la vacuna del Covid-19. Nos hacía falta un rayo de esperanza en el pesimismo reinante. Posiblemente tenemos que dar esta temporada prácticamente por perdida, pero el inicio de la campaña de vacunación en Europa nos permite pensar que estamos más cerca de llenar las gradas de los estadios. Será una gran fiesta del fútbol y de la vida.

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Un Boxing Day descolorido. Para los que hemos disfrutado de esta cita en el fútbol inglés, causa aún más congoja ver esta tradicional jornada de la Premier sin el ambiente de fiesta en la grada. Son tiempos extraños para todos y este Boxing Day nos ha dejado imágenes inéditas que esperemos que el año que viene se queden en una simple anécdota.