Lección de Iniesta en medio del coronavirus

Xavi e Iniesta, un tándem histórico.

Xavi e Iniesta, un tándem histórico. / Foto: Javi Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

La pausa del coronavirus ha coinicidido con el estreno de dos documentales espléndidos: uno sobre la vida de Andrés Iniesta (‘El héroe inesperado’, Rakuten TV) y otro sobre la de Michael Jordan (‘The Last Dance’, Netflix).

Las películas de Jordan e Iniesta, en dos deportes y en dos países que no se parecen en nada, confluyen sin embargo en algo esencial: la descripción de las dificultades por las que pasa cualquier gran estrella, incluso cuando está en la cima de su éxito.

Jordan explica cómo se encontró cocaína en el vestuario de los Bulls en su primera temporada, y cómo huyó inmediatamente de cualquier tentación con las drogas para no arruinar su carrera.

Andrés Iniesta cuenta cómo tuvo que afrontar, primero, y superar después una depresión silenciosa que había pasado desapercibida incluso por su entrenador de entonces (Pep Guardiola) y sus compañeros, que por el carácter del manchego, tardaron en percatarse del mal momento que estaba pasando. 

Iniesta ha hecho un gran favor al fútbol confesando esta historia porque su caso sirve para recordar una verdad que se nos olvida demasiado a menudo: detrás del éxito hay a menudo mucho sacrificio e infinidad de sufrimiento.

Resulta que a Iniesta le pesó más la muerte de su querido amigo Dani Jarque que todos los títulos que estaba consiguiendo con el Barça. Y es que tendemos a pensar que la vida de los deportistas es como las fotos que muchos de ellos cuelgan en Instagram, a rebosar de mansiones con jardines y piscinas, caras sonriendo y mensajes exclusivamente de buen rollo.

Pero la realidad es siempre muy diferente. A fuerza de idealizarlos y elogiar sus proezas, olvidamos entre todos la obviedad de que detrás del héroe hay una persona normal y corriente. La lección que nos deja Andrés Iniesta es justamente la contraria de lo que podría presuponerse: cuanto más humano se muestra un deportista, con sus dudas, fallos y defectos, más identificados nos sentimos con él.