Las secciones del Barça, una sangría de 40 millones

Ferrao es el máximo goleador de la temporada con 18 'dianas'

Ferrao es el máximo goleador de la temporada con 18 'dianas' / VALENTÍ ENRICH

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

El Barça debe plantearse una reflexión serena y realista de las secciones del club ya que si sumamos el acumulado del déficit crónico de los últimos cinco años se alcanzan cifras inquietantes. No hablamos de cargarse las secciones, sino de adaptarlas a los parámetros del siglo XXI, adecuarlas a la realidad de los espectadores que tienen. Está muy bien mantener la tradición de ser una entidad polideportiva, pero no a cualquier precio y sin cubrir los objetivos deportivos fijados. Competir a nivel profesional en algunos deportes es un mal negocio ya que el déficit de secciones la pasada temporada supera los 40 millones. Muchos socios se plantea que tal dispendio económico, complementario o superfluo -según como se mire-, puede ir en detrimento de las exigencias del equipo de fútbol que es el “core business” de la entidad.

Estamos afrontando un problema que viene de lejos y no por ello hay que mirar hacia otro lado. Se habla siempre de ajustar el coste y reducir el déficit pero parece difícil conseguirlo. En el 2011, bajo la dirección de Javier Faus como vicepresidente económico, se planteó un plan de ajuste que con el paso de los años se ha ido diluyendo. El desfase presupuestario se ha convertido en crónico y aunque para la próxima temporada se presentará en la Asamblea un presupuesto de secciones con una reducción de gasto del 5%, se contempla un déficit de 43,37 millones para junio del 2019.

No deja de ser curioso que la única sección que resulta rentable es la última que se ha profesionalizado, el fútbol femenino. Todo ello gracias a la aportación de un patrocinador americano, Stanley -el fabricante de las Black & Decker- que cubre los gastos de una sección que tiene un gran futuro por delante. Las demás secciones siguen otros derroteros. El baloncesto se lleva la palma de los problemas. Tiene un déficit de 25 millones y el año pasado el número de espectadores del Palau sufrió un retroceso del 14%,  hasta los 4.000, debido a los pésimos resultados. Es una sección que ha ido a menos de forma preocupante acumulando tantos errores y fracasos que han llevado al equipo a perder su personalidad y ser una sombra de lo que fue. Una situación que queda más en evidencia si tenemos en cuenta que el Real Madrid es campeón de Liga y de Europa en la única sección polideportiva profesional del club blanco.

Los números de las otras secciones tampoco son optimistas. El balonmano cuesta 8 millones, solo ingresa 1.7 y su media de espectadores apenas alcanza los 2.000 aficionados. El hockey genera 3 millones de pérdidas con solo 935 espectadores de media. El fútbol sala es deficitario en 5 millones y reúne a 2.800 aficionados de media en el Palau. A la vista de estos datos, nos reafirmamos en que toca analizar la realidad bajo la perspectiva actual ya que algunas secciones podrían ser amateurs y no por ello el club perdería su identidad polideportiva.

Tiene sentido mantener el futbol sala y el fútbol femenino, pero es más cuestionable seguir invirtiendo a fondo perdido en el baloncesto cuando las fichas se han disparado y los extranjeros que vienen son aves de paso hacia la NBA. Otra salida sería reducir drásticamente el coste utilizando solo jugadores de la cantera a cambio de limitar las ambiciones deportivas que, por otro lado, a nivel internacional han sido escasas los últimos años.

Esta reflexión, necesaria y urgente, tendría que incluir también las obras previstas en el Espai Barça, un nuevo Palau Blaugrana capaz para 12.500 asientos con un coste de 90 millones. Teniendo en cuenta que esta nueva instalación no estará finalizada como muy pronto hasta el 2022, hay que contemplar que hasta entonces el club, si sigue los parámetros actuales, puede acumular una deuda en secciones de más de 120 millones de aquí a que se inaugure el nuevo pabellón.