Las renovaciones de Alba y Busquets, un mal negocio

Busquets y Alba

Busquets y Alba / FC BARCELONA

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

En el Barça pasan cosas  que cuestan de entender y son difíciles de justificar. Cuesta entender que a un jugador de treinta años se le renueve contrato por cuatro temporadas como si su rendimiento fuera a ser eterno. Es difícil  justificar este tipo de renovaciones de larga duración con fichas súper millonarias que parecen jubilaciones de oro. Los casos de Busquets y Alba claman al cielo. Con Cruyff esto no hubiera pasado, a partir de los treinta era partidario de renovaciones año a año con condiciones económicas en función del rendimiento de la campaña anterior. Lo hizo con las vacas de entonces, Koeman y Bakero. Una fórmula que debería ser de obligado cumplimiento pensando en la sostenibilidad de la entidad.

Todo lo contrario a lo que ha hecho Bartomeu y la secretaria técnica. Han cedido a la presión de jugadores de renombre sin tener en cuenta que envejecían la plantilla e hipotecaban la economía del club. La estrategia deportiva del club en el terreno de las renovaciones es un grave error. Solo Messi merece una excepción ya que justifica con creces su coste en el terreno de juego. Otros se han subido al carro exigiendo una prolongación de contrato cuando no tocaba. 

Se debe criticar el fiasco del fichaje mas caro de la historia del Barça, Coutinho. Habría que exigir responsabilidades a quien decidió los fichajes invernales de Boateng y Murillo. Por mucho menos se cesó a Zubizarreta. Pero no se analiza en profundidad el riesgo que supone dar un cheque al portador a jugadores que comienzan el declive de su carrera. Luego, pasa lo que pasa, se acomodan y baja su rendimiento.

Voces discrepantes. Diversas voces de la directiva critican ahora la renovación de Alba que se firmó hace solo tres meses. Cinco años más de contrato a 22 millones por temporada! es una locura que roza la malversación. ¿Alguien se cree que a los 33 o 34 años rendirá como ahora? Por muchas asistencias de gol que de a Messi, su contrato es desmesurado.

El mismo argumento es válido en el caso de Busquets, renovado hasta los 35 años con un contrato de crack, superior al de Alba. Para justificar tal dispendio, la secretaría técnica le ha puesto una clausula de rescisión de 500 millones que parece un chiste. Con estos contratos de oro lo que se consigue es que nadie se quiera ir del Camp Nou ya que ningún club puede pagarles estas cantidades. Varios ejecutivos del club confiesan con la boca pequeña que están arrepentidos de estas renovaciones que significan un mal negocio económico.

Todo esto es consecuencia de que se toman decisiones importantes sin analizar a fondo pros y contras. La relación cercana de Bartomeu con los jugadores tampoco ayuda. Cuesta de creer que Piqué le dijera al presidente que no hacía falta que trajera a De Ligt. Tampoco es bueno para el funcionamiento profesional del club que Bartomeu visite a Messi en su casa de Castelldefels.

Allí maduró la continuidad de Valverde y se confirmó el no a Griezmann. Como tampoco es normal que fuera Luis Suárez quien comunicara al club su decisión de operarse de hoy para mañana. El poder de los jugadores es enorme y el entrenador es víctima de la cesión de autoridad de la directiva. Si la auto gestión del vestuario no se corrige, es difícil pensar que las cosas puedan mejorar la próxima temporada.