Las miserias de los millonarios

El Camp Nou vacío ha dejado las arcas del club en la misma situación

El Camp Nou vacío ha dejado las arcas del club en la misma situación / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Hay gente a la que, cobrando 1.200 euros al mes o menos, le han bajado el sueldo. Sin preguntar, sin pedir permiso. Hay gente a la que, en plena pandemia, le han obligado a trabajar un cincuenta por ciento de lo que trabajaba. Hay familias cuyos ingresos se han reducido, con suerte, a una tercera parte de lo que ingresaban. Las colas del hambre, esas en las que se amontonan personas en busca de comida, han crecido. Personas que cobraban, víctimas del sistema, en negro, ya no tienen nada. La demagogia institucional dice que hablar de ello para hablar de un tema muy distinto (eso dicen) no vale, que es demagogia. Pero usar la palabra demagogia para todo es exactamente lo que obliga a usarla. En este caso, mucho más.

Los futbolistas del Barça, millonarios que han visto pasar crisis como quien ve pasar un velero frente al mar comiendo pipas, ahora notan la crisis soplándoles la nuca. El mal de muchos ya no es consuelo de tontos, ahora es mal para todos:la crisis ha llegado a quienes nunca la notaron. Pero el mundo no lo inventaron ellos, sino Sandro Giacobbe cuando cantaba “eras tú, eras tú, que siempre serás tú”, hasta que también han sido ellos y entonces cantó “lo siento mucho, la vida es así, no la he inventado yo”. Varios futbolistas del Barça, mirando por sí mismos, han decidido pactar con el club. Pasa en las mejores familias: dividir es joder. Sus compañeros pueden ofenderse, pero no tanto como aquellos a quienes les va el plato en la mesa. Así que toca comprarse un coche un poco menos lujoso o coleccionar menos billetes, que al final todos son iguales. Ahora toca pensar en grande y eso es hacerlo no en el Barça, sino en quienes se ríen (y lloran) con las miserias de los millonarios.