Las individualidades pesan más que el colectivo

Habiendo ganado siete de las últimas diez Ligas, el Barça ha convertido en una costumbre el título de la regularidad

Valverde vio un partido "espeso" de su equipo en San Mamés

Valverde vio un partido "espeso" de su equipo en San Mamés / EFE

Jordi Costa

Jordi Costa

Habiendo ganado siete de las últimas diez Ligas, el Barça ha convertido en una costumbre el título de la regularidad. E incluso comandarlo con cierta comodidad. Es por ello que, cuando se acumulan un par de tropiezos -otro clásico de estas fechas- que permiten a los perseguidores recortar desventaja, nos asaltan las dudas propias del fatalismo culé. Pero no: el problema no es haber cedido cuatro puntos en dos jornadas, ni el miedo que infunda el Madrid acercándose a seis, sino la falta de rumbo futbolístico del equipo.

Lo peor del empate en San Mamés es que, a la vista que el Barça casi ni probó al portero del Athletic, hay que darlo por bueno. El día que Messi no marca -y lo había hecho en las ocho jornadas anteriores-, la actuación fenomenal de Ter Stegen sirve para rescatar un punto pero no puede ocultar que el colectivo no tira, lo cual nos impulsa a fijarnos en las individualidades y a darnos cuenta de que las dependencias aumentan sin parar.

Y ya no es sólo la de Messi. Hay un dato estremecedor: el Barça no ha ganado ninguno de los seis partidos -me permitirán que no cuente los de Copa frente a la Cultural- que Jordi Alba no ha jugado o ha empezado en el banquillo. Se observó contra el Valencia, y se confirmó en Bilbao, que el equipo es incapaz de ensanchar el terreno de juego sin las apariciones de su lateral de referencia, lo cual permite al rival cerrarse sobre el eje de su defensa y convertir en misión imposible entrar por allí. A falta de laterales profundos, cabría abrir el ataque con un extremo puro, lo cual es imposible si el elegido es Coutinho, que tiene tendencia a ir para adentro.

Si a la ausencia de Alba, se le añade la de Dembélé, el equipo se queda sin focos de desequilibrio más allá de Messi. Y si, además, no está Arthur, tampoco se puede confiar en que el balón fluya con ritmo suficiente para obligar al rival a desordenarse. En resumen, el Barça tiene tan poco relato coral que acaba dependiendo en exclusiva del aporte de sus individualidades más cualificadas.

¿Descalifica esto al Barça para ganar títulos al final de temporada? De ningún modo. Hace un mes, por ejemplo, el City parecía tocado y el Madrid, una broma, mientras que el Liverpool transmitía una sensación de autoridad que hoy ya no ofrece. Esto es una carrera de fondo. Se trata de ser estable en la Liga y estar fino en el momento decisivo en la Champions. Pero no pasa nada por identificar tus propias limitaciones antes de enfrentar el esprint final.