Laporta, traicionado por los suyos

Laporta, en el vestuario con la primera plantilla

Laporta, en el vestuario con la primera plantilla

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Bartomeu (y antes Laporta) les mimó tanto que, pasada la medianoche y bien regados, se convirtieron en ‘Gremlins’. Desde entonces ya nada es lo mismo entre quienes mandan en el vestuario y quien lo hace en el despacho presidencial. Ni siquiera con el actual inquilino. Laporta ganó las elecciones secundado de forma directa con los votos de los pesos pesados de la plantilla, pero, tras los comicios, cada uno a lo suyo. Y en “lo” de estos jugadores no aparece la palabra solidaridad.

La mayoría de los futbolistas que se niegan a realizar un esfuerzo económico han merecido cobrar todo lo que se les ha pagado. Gracias a ellos el club ha crecido a nivel deportivo y hoy es más grande de lo que era ayer. Busquets, Alba, Piqué y Sergi Roberto, cuatro capitanes, han dicho “no” a bajarse la ficha. Le han dicho “no” a Laporta, el presidente al que han vuelto a colocar al frente del club con el resto de los socios, quizá con la esperanza de que este día no llegaría. 

Pero la realidad es la que es y lo más doloroso para Laporta no es verse obligado a mendigar a sus jugadores, sino la respuesta negativa de aquellos quienes creía que estaban a su lado. El error, además, es doble porque decirle “no” a Laporta es decirle “no” al Barça. Es decirle “no” a toda la afición que les idolatra. Es pensar única y exclusivamente en sí mismos, sin importarles nada más que sus cuentas bancarias. Llenarse la boca con el Barça es sencillo, besar el escudo también. Lo difícil es quererlo de verdad, es amarlo de forma incondicional. Como lo aman quienes sufren para pagar el abono cada año con el objetivo de seguir animando a quienes ahora se están riendo de sus propios aficionados con un gesto poco inteligente. La supervivencia del club también es la suya.