Laporta-Koeman, un matrimonio de inconveniencia

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona

Joan Laporta, presidente del FC Barcelona / EFE

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Esta agonía resulta insoportable. La relación entre Laporta y Koeman ya no tiene arreglo. Y estamos viviendo los últimos coletazos de un matrimonio de inconveniencia que nunca ha tenido sentido. Koeman fue el entrenador de Bartomeu y, por lo tanto, nunca ha sido el técnico de Laporta. Así de sencillo. El actual presidente blaugrana jamás ha confiado en la capacidad del holandés para dirigir al Barça. Laporta ha dejado sobradas muestras de la incomodidad futbolística que le supone tener sentado a Koeman en el banquillo. Pero le mantuvo en el cargo a final de la pasada temporada, tras perder de forma incomprensible la Liga, porque no tenía ni recambio ni dinero.

La destitución aplazada por culpa de la situación económica del club ha generado una situación insostenible. Ahora, presidente y entrenador se hablan únicamente a través de comunicados públicos. Una fórmula que solo hace que empeorar la imagen de un Barça que está rozando el ridículo. Alargar este desencuentro es perjudicial para todos: para Koeman, para Laporta, para el club y para una plantilla absolutamente desorientada. Hay que buscar una solución inmediata. De forma urgente. No estoy abogando, ni mucho menos, por el despido del entrenador. Estoy pidiendo que se sienten, dialoguen y tomen la mejor decisión para el Barça. Y si la mejor decisión es cambiar de técnico, hay que hacerlo ya.

Koeman no puede seguir pendiente del próximo resultado. El equipo, tampoco. Necesita un entrenador fuerte que lidere el nuevo proyecto. Koeman, por supuesto, cada día está más débil. Por el mal juego del equipo y por la falta de apoyo institucional. Está tan solo, se siente tan desamparado, que ni siquiera quiere enfrentarse a las preguntas de los periodistas en una rueda de prensa: prefiere controlar sus respuestas leyendo un folio en el que, básicamente, pide respeto, comprensión y auxilio. Y todo eso, apenas unas horas antes de un partido decisivo en Cádiz en el que el Barça se juega la vida. Hay que ganar sí o sí. No para salvar la cabeza del técnico, sino para lavar la imagen, para no dejar escapar más puntos en la Liga y para recuperar la ilusión de unos aficionados que asisten atónitos al triste espectáculo. Este Barça solo tiene futuro si se empieza a trabajar en serio desde el presente.