Opinión
Lamine Yamal, el ‘10’... ¿para todos?

Lamine celebró su gol con el gesto ya patentado de la corona / Dani Barbeito
Opinen ustedes: ¿existe en el Barcelona un problema de egos? Hansi Flick piensa que sí, o como mínimo lo verbalizó así tras el Rayo Vallecano-Barcelona del pasado domingo, pero la plantilla lo ve diferente. Ya han hablado Lamine Yamal, Pedri, Olmo y Fermín, todos en otra dirección. Quizás las dos partes estén en lo cierto: a Flick le molesta cierta gestualidad –tal vez menos humildad para el esfuerzo, nuevas actitudes ante nuevos roles, malas caras tras los cambios, algunos brazos arriba de desaprobación durante del juego...– y los jugadores reconocen falta de concentración e intensidad durante estas tres primeras jornadas pero creen en el talento del grupo para revertir pronto la situación.
Por lo que se refiere al hambre no debería haber dudas: los tres títulos de la temporada pasada no pueden llenar ninguna barriga sino más bien deberían abrir el apetito. Johan Cruyff, tras la Copa de Europa de 1992, tuvo que apretar las tuercas a la plantilla porque el equipo era quinto tras siete jornadas y quedó eliminado de la competición europea a las primeras de cambio. El equipo se rehizo y acabó ganando la tercera Liga consecutiva. En 2011 a Pep Guardiola le costó más. Tras su segunda Liga de Campeones el equipo dudó y en la jornada 13 ya estaba a seis puntos del Real Madrid, que acabaría ganando la Liga. A Flick, en este sentido, le toca acelerar al grupo.
Clave para el futuro va a ser lo que suceda en el universo Lamine Yamal. Para el club es el líder natural y por eso le ha otorgado la camiseta número 10. En lo deportivo, aunque el año pasado se salió, la crítica le vio margen de mejora en su aportación goleadora –18 dianas en todas las competiciones– y parece que él, para este año, está dispuesto a corresponder. Consecuencia: muchas de las jugadas que durante el año pasado acababan en pase de gol ahora finalizan con chut a puerta. Lamine Yamal ya ha dicho que quiere la Champions para el Barça pero también, el Balón de Oro para él. De momento ya ha añadido a su maravilloso repertorio el lanzamiento de faltas y penaltis.
¿Qué supone este cambio de actitud? Con toda seguridad, menos goles de Raphinha y Lewandowski, dos vacas sagradas, y de algún compañero más, y también menos protagonismo en el juego y en los medios de comunicación de las demás estrellas. ¿Cómo van a gestionar estos jugadores la diferencia? ¿Y cuál va a ser su actitud? Messi ganó sus galones con el tiempo y a partir de la generosidad de Ronaldinho, la estrella del momento, que le dejó paso. Lamine Yamal, sin embargo, solo tiene 18 años y vive en un escenario muy distinto, también, en su propia puesta en escena, menos humilde, más desafiante y rebelde ante los duros desafíos que le ha tocado vivir desde su infancia. Su época es otra y toca que la viva a su manera... pero, para el bien del Barça, con la ayuda de todos.
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