Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Lamine no quiere ser Messi ni se mira en el espejo de Neymar

Lamine Yamal ya está en condiciones de reaparecer ante la Real Sociedad

Lamine Yamal ya está en condiciones de reaparecer ante la Real Sociedad / Valentí Enrich

Los sicólogos consideran que si alcanzas la fama y la gloria en etapa de formación, en edad donde no has tenido tiempo de madurar, sufres el riesgo de vivir trastornos de personalidad que pueden afectar el carácter y el comportamiento. Este es el riesgo que corría Lamine Yamal si llega a ganar el Balón de Oro con 18 años el pasado lunes en París. Creerse más de lo que es y que su ego le traicionara.

Esto le pasó el año pasado a Vinicius y las consecuencias todavía las está pagando. La corte de amigos palmeros que viven a su costa le convencieron de que el Balón de Oro sería para él y cuando quedó en segunda posición tuvo una reacción de niñato inmaduro que le ha provocado una crisis de identidad y de juego. Prueba de ello es que en la votación de este año ha desaparecido del Top 10 y ha caído a la decimosexta posición.

A Lamine esto no le pasará. Su Balón de Plata más pronto que tarde acabará siendo de Oro. Ha ganado ya dos veces el trofeo al mejor jugador joven y está predestinado para conseguir el máximo galardón. Su reacción en Paris no fue la de un perdedor como Vinicius sino de un ganador que sabe que con trabajo y títulos todo llegará. Para ser un auténtico crack, no solo hay que tener talento futbolístico, también es necesario tener la cabeza bien amueblada. Así lo entiende Flick cuando habla del peligro de los egos. En este sentido ha sido positivo que el Barça sin Lamine haya ganado los últimos cuatro partidos consecutivos con buen juego y goleadas.

Lamine es el futbolista mejor pagado de la historia con 18 años. Tiene un contrato con el Barça de 12 millones de euros por temporada a los que hay que añadir los ingresos publicitarios que fácilmente pueden alcanzar la misma cifra. Bueno será recordar que Messi necesitó llegar a los 24 años para tener un contrato similar. Nadie discute lo que gana la estrella barcelonista, se lo merece. Lo que hay que lograr es que su vida particular tenga el equilibrio y estabilidad de un deportista de élite.

Por lo bueno que es y lo mucho que gana, es tema de conversación en las tertulias. Hay dos líneas de opinión entre los culés. Los que hablan de su brillante carrera deportiva y los que hurgan en su vida privada. En el Barça, en los últimos años, se han vivido dos historias bien opuestas. Un ejemplo de seriedad y profesionalidad fue Messi. Vivía por y para el fútbol. El caso de Neymar fue todo lo contrario, un jugador top que arruinó su carrera por las malas compañías.

Lamine no aspira a ser Messi porque quiere ser Lamine. Respeta y admira al argentino, pero se plantea otro tipo de vida. Lamine tampoco se mira en el espejo de Neymar, aunque sea un buen amigo. Busca su propio camino y hay que ayudarle a encontrarlo.