Menos lágrimas y más autocrítica

Gil Manzano amonesta a Araujo en la falta que supuso el 2-0 para el Real Madrid

Gil Manzano amonesta a Araujo en la falta que supuso el 2-0 para el Real Madrid / EFE

Tomàs Andreu

Tomàs Andreu

No me gustó el mensaje que envió Ronald Koeman tras la derrota en el clásico. Ni el fondo ni la forma. Gil Manzano no es el prototipo arbitral que más me gusta, pero su actuación en Valdebebas no creo que pueda justificar las declaraciones del técnico azulgrana y su desplante ante las preguntas post-partido. Es cierto que llueve sobre mojado pero a estas alturas de competición hay demasiado en juego como para alimentar nuevas polémicas. A Koeman no le gustó Gil Manzano... ¡fantástico! A Sergio González tampoco le dejó nada satisfecho el arbitraje que recibió su Valladolid en el Camp Nou... Y así podríamos remontarnos al inicio de la Liga. Lo verdaderamente importante, a mi juicio, fue escuchar a Koeman decir que no le gustó nada su equipo en la primera parte. Ahí sí dio con la tecla de la derrota. Ahí fue donde verdaderamente se escaparon los puntos, no en las caídas de Dembélé o de Braithwaite -más o menos acompañados por roces madridistas-.

MÁS ERRORES DEFENSIVOS

Lamentarse de las decisiones arbitrales es lícito, faltaría más, pero cargar el peso de la derrota en Gil Manzano me parece excesivo. Y contemplar como doce horas más tarde Koeman incide en el colegiado en su mensaje por redes sociales me lleva a pensar que las reiteradas lagunas defensivas del Barça pasan muy rápido a mejor vida. El Barça de Koeman -y gracias al trabajo del técnicoha crecido una barbaridad en estos meses. El técnico ha sido impecable en sus análisis e implacable en sus constantes cambios de sistema. Clara evidencia que algo no funcionaba. Y así debe seguir... porque el trabajo aún no está hecho.