Como una lacra

Imagen del Atlético-Barça

Imagen del Atlético-Barça / sport

Albert Masnou

Albert Masnou

"Se escucha mucho la pregunta ganar o jugar bien. Creo que debería ser una afirmación: jugar bien para ganar, y no una interrogación entre dos opciones". Esta frase de Marcelo Bielsa refleja muy bien la idea con la que debería sustentarse este deporte. Jugar bien como único camino hacia la victoria por respeto a toda una afición que acude a los estadios, y que paga, para disfrutar durante una hora y media de un juego.

El caso es que los aficionados han perdido el nivel de exigencia porque han comprado la idea que es mejor ganar que jugar bien. Y allí es donde se rompe la magia de este deporte, una rotura sustentada con los éxitos de los equipos como el Atlético de Madrid del Cholo Simeone.

Como una lacra, la idea se ha ido extendiendo en muchos países, en muchos clubs, en muchos presidentes del club, en muchos entrenadores hasta el punto de poner en peligro la grandeza de este deporte porque el perjuicio ha calado incluso entre aficionados.

Y así nos encontramos con partidos como los que disputa el Barcelona que sin la valentía, su ambición y la sincronía de antaño sigue persiguiendo una idea en la que los aficionados encuentran diversión. Sus intenciones chocan un minuto tras otro con la idea cholista de obsesionarse en la defensa como principal camino hacía el éxito, en impedir que el rival pueda hacer lo que sabe, en robarle, en quitarle la magia sin aportar nada más a cambio que pueda ser de mínimo interés como un centro y un remate de cabeza o aprovechar un error del rival.

Así pues, el Atlético puede acabar llegando lejos, tal y como ha pasado en las últimas campañas, pero no hay que olvidar que la admiración que despierta el equipo con su juego no va más allá que la de su propia afición. 

Que con su pan se lo coma esta manera de entender el fútbol que no hace más que apartar al aficionado del campo o de delante del televisor.

Este deporte, sin embargo, es demasiado grande como para que alguien con ruines intenciones le acabe liquidando. El fútbol es demasiado grande porque hasta un 'muerto' como Costa o como Dembélé pueden dar vida a una apuesta amarga.