LA ULTIMA

La reconversión (temporal) de Cesc

Martí Perarnau

Cesc llegador, en vez de Cesc creador. He ahí un cambio significativo y una sorpresa para todas las previsiones veraniegas. Fàbregas llegaba para ser el hilo conductor entre los 31 años de Xavi y los 16 de Samper, pero ese hilo conductor es más emocional que táctico. Cesc ya es uno de los guardianes del modelo, pero ese concepto está más relacionado con su identificación con la filosofía de juego que con su rol táctico. Por lo menos, momentáneamente. Apenas aterrizado, Guardiola le ubicó en posiciones de llegada. Contra el Oporto, en la Supercopa europea, le esperábamos en la base creativa, pero apareció en el vértice atacante y fue el cuchillo que corta la mantequilla. Más adelante, cuando la Real Sociedad logra el gol del empate en Anoeta, Fàbregas es retrasado a la altura de Xavi para dar consistencia a la construcción, pero ahí se muestra menos fluido que en la última fase del campo. Y este problema lo volveremos a ver cada vez que se ubica en la base creativa, como en el primer tiempo del Bernabéu.

Pep y el propio jugador han analizado varias veces el asunto, llegando a las mismas conclusiones: hay una gran comodidad y acierto “inesperado” en la posición de llegador; pero lagunas y dificultades en las fases defensivas y también cierta dispersión de esfuerzos alrededor del balón. No han mencionado su poca fluidez en el puesto de Xavi, por lo que estamos pendientes de conocer si la corrección de errores será un proceso temporal de reaprendizaje o bien quedará reconvertido definitivamente en un interior de vocación ofensiva, con presencia de tres cuartos hacia arriba. Por el momento, este papel de llegador (que le ha llevado a ser el auténtico falso 9 en muchos partidos) ha provocado un Barça más vertiginoso y menos paciente, que interpreta un juego de posición menos ortodoxo pese a contar con cuatro centrocampistas por dentro más Messi. A cambio, los volantes que se alternan en las dos o tres posiciones interiores acumulan más de 20 goles en partidos oficiales (Cesc 10, Xavi 6, Iniesta 3, Thiago y Keita 1), cifra inusitada en otros tiempos.

Este papel especial de Fàbregas, opuesto al que interpreta Thiago, del que se esperaba un último pase y se ha asentado como creador desde la base, ha roto costumbres muy arraigadas en las circulaciones de los centrocampistas. A cambio, abre otras opciones, más verticales y directas, y ha obligado a todos los habitantes de las tierras medias a incrementar su concentración para construir nuevos hábitos de relación. En lo que no hay ninguna duda es que Fàbregas ya es hilo conductor en liderazgo emocional y como guardián del tesoro: cuando en algún vestuario haya que gritar que el estilo de juego no se discute, ahí estará él, como ahora está Xavi.