Koeman y Zidane, Bartomeu y Florentino

Koeman saluda a Zidane antes del partido

Koeman saluda a Zidane antes del partido / AFP

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

Barça y Madrid no viven sus mejores días futbolísticos. En el club blaugrana, además, se junta la crisis institucional que ha desembocado con la dimisión de Bartomeu y la próxima convocatoria de elecciones. En el Madrid, lo de las elecciones casi que no saben lo que es. Allí, Florentino tiene patente de corso y hace ya tiempo que fulminó cualquier vestigio de oposición. En este sentido, la comparación ni siquiera admite adjetivos, sencillamente no la hay. En el Barça, cualquier decisión es observada con lupa por las distintas sensibilidades de un club participativo y democrático. En el Madrid, manda uno y los demás aplauden... o, a lo sumo, callan. Pero tanto como los presidentes, la situación actual de sus entrenadores también da para sacar conclusiones.

ILUSIÓN Y FUTURO. 

Vamos a ver. El Madrid va por delante del Barça en la Liga y, sin embargo, a Zidane le caen muchos más palos que a Koeman. Yo diría que la afición barcelonista ha entendido que el Barça está en plena reconstrucción y que Koeman hace lo que puede con la plantilla insuficiente y cabreada que le dejó una directiva que ha tenido que salir por piernas. Ante eso, ofrecen un margen de confianza al técnico, mientras valoran el cambio de actitud que se desprende de su modo de actuar. Transparencia y trabajo a futuro, con jóvenes como Ansu Fati y Pedri, que son piezas creíbles respecto a la reconstrucción pendiente. En el Madrid, todo lo contrario. Allí los niños no ilusionan y Zidane no hace nada para que ilusionen, pues prefiere a su corte de veteranos acabados. Sus alineaciones son un drama y ya le buscan sustituto. Los madridistas todavía no han entendido que el Madrid, como el Barça, también ha de reinventarse. Y así, se autoengañan pensando que tienen un equipazo y que es el entrenador el que no lo sabe gestionar, por eso se acaba su crédito. Y no, allí su presidente, como el que había aquí, tampoco hizo bien su trabajo. Pero, claro, cualquiera se atreve en la villa y corte a abrir

este melón...