Koeman, el tipo que da la cara

Koeman, durante la rueda de prensa

Koeman, durantge la rueda de prensa / FCB

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Es uno de los pocos clubes del mundo que va detrás de un triplete y es uno de los pocos clubes del mundo que lo tiene complicadísimo. Pero, sí, aunque parezca mentira, el Barça tiene aún alguna posibilidad de conquistar la Liga, la Champions y la Copa del Rey. Vale, cierto, les sonará a risa después de la derrota sufrida en el Sánchez Pizjuán, pero el Barça de Ronald Koeman y, sí, este ya es el Barça de ‘Tintín’, ahora que Leo Messi parece en el año de su despedida, no hay presidente al que echarle el muerto, ni generación posible a la que culpar del desaguisado que estamos viviendo, ese Barça, insisto, continúa en la difícil carrera del triplete.

Es más, ustedes saben que el primero que dijo que iba a ser muy, muy, muy difícil conquistar títulos este año (Víctor Font asegura que se ganarán dos) fue el propio Koeman, que es, ciertamente, el único que no está en campaña, el único que no necesita engañar a nadie (de ahí, cuentan, su propuesta, desde el primer día, a Messi: “Jugarás siempre que quieras, pero yo elegiré a los otros 10”), el único que está dispuesto a decir siempre lo que piensa (“si quieren a alguien que mienta, que busquen a otro entrenador”) y el único que sabe la auténtica realidad de la actual plantilla. Ese, Koeman, ‘Tintin’, el héroe europeo del Barça, fue quien comentó, antes de viajar a Granada, que el asunto de conquistar cetros este año estaba como la pandemia, negro, duro, difícil. Por eso fue de los pocos, por no decir el único, que no lanzó las campanas al vuelo después de aquella espectacular remontada copera. Ya hubo, ya, quien le pidió que lanzase una canita al aire y, tras aquella remontada, contase que se veía campeón, pero nadie como Koeman para saber que era, simplemente (y con perdón), el Granada y que, cuando llegasen los peces gordos, sufrirían. Por eso no quiso venirse arriba.

Las limitaciones no vienen solo, no, de las múltiples lesiones que sufre el Barça, que también (en el Sánchez Pizjuán no pudieron estar Dest, Piqué, Araujo, Pjanic, Sergi Roberto, Coutinho, Ansu Fatu y Braithwaite), ni siquiera, que también, por la irregular, desequilibrada y extraña composición de la plantilla o el burofax remitido por Messi en verano, sino por todo lo que afecta al club, metido en una batalla electoral en la que el caos y el desconcierto provocado por la última junta de Josep María Bartomeu ha dejado al Barça indefenso frente a tanta gente que pretende destruirlo y desprestigiarlo. Es cierto, porque así son los futbolistas, todos, que vivir en la burbuja de una ciudad deportiva puede permitir a los jugadores aislarse de todo ese ruido, acostumbrados como están a sobrevivir a todo, mientras no les toquen su salario. Pero es que también les han tocado el salario y, de momento, ni siquiera han esgrimido como excusa de su irregular temporada todo el caos que rodea a la entidad.

Es por ello que la manera en la que tanto Koeman como Messi y sus chicos están sobreviviendo a la pandemia, al desastre provocado por ‘Barto’, a unas cuentas caóticas, a un presente ruidoso, a un futuro incierto, a unos rivales con mayor estabilidad y, sobre todo, a un calendario de locos, con hasta nueve partidos seguidos fuera de casa, es modélica, sea con buen juego, triunfos, remontadas y alguna que otra derrota, no muchas, es digna de admirar.

Es importantísimo que Koeman siga siendo tan sincero y honrado como lo ha sido hasta ahora porque, en el fondo, es lo único que le queda al Barça hasta que llegue el nuevo presidente y la nueva junta. A partir de ahí, es posible, solo posible, que el foco cambie de protagonista, pero hasta ese momento es muy gratificante que quien sea la imagen del club (ya retirado Carles Tusquets a sus cuarteles de invierno, después del papel que ha protagonizado, muy criticado por todos) continúe siendo un entrenador que, cuando ha de tomar una decisión, siempre escoge, como pregona el bueno de Evarist Murtra, lo que es mejor para el Barça.

Es posible, muy posible, que Koeman tuviese en su cabeza otro Barça cuando aterrizó en el Camp Nou, pero lo que vio, lo que sufrió, en sus primeras semanas le hizo cambiar de idea y abrazar, fundamentalmente, la eficacia. A él hay que agradecerle que el equipo se mantenga unido, firme, a veces alegre, a menudo sacrificado, a ratos bello, practico, intenso, voluntarioso y hasta excelente. A él hay que agradecerle que Messi continúe sonriendo, metido plenamente en el fútbol, en el equipo, con el brazalete de capitán en su brazo e intentando irse de la mejor manera posible. A él hay que agradecerle que tengamos un resucitado Dembélé, un maravilloso Pedri, un ofensivo y ¡por fin! tremendo De Jong, un sorprendente Araujo, el regreso del más incisivo Alba y hasta un destacado Griezmann, por no insistir en el portentoso Ter Stegen. Si el nuevo presidente y la nueva directiva quieren empezar su mandato contando la verdad, pidiendo paciencia y ya vendrán tiempos mejores, mirando más a La Masia que al mercado, sería bueno que Ronald Koeman continuase. Si quieren mentir o construir castillos de arena, ya lo dice Tintin: busquen a otro.