Koeman tiene que ilusionar a la afición

Koeman durante un encuentro

Koeman durante un encuentro

Xavier Ortuño

Xavier Ortuño

En las últimas ruedas de prensa se viene percibiendo que Ronald Koeman no está contento, no está feliz y que incluso empieza a molestarle las constantes preguntas sobre el sistema de juego del equipo: “El Barça ya no es el de hace ocho años”, dijo ayer con su acostumbrada rotundidad y sinceridad. El técnico neerlandés debe saber, como todos los entrenadores, que es el equipo el que, primero, debe ganarse a la afición con su juego, sus goles y su actitud. Ayer sí hubo de esto último, pero no de lo primero ni de lo segundo. Empatar con el Granada en los último minutos, y utilizando el mismo conejo que se sacaba Cruyff de la chistera, hombre, no es como para echar cohetes. Hubiera podido ser peor, desde luego, lo que habría provocado que la herida de falta de fe en este equipo se agrandara. ¿Sistema? Anoche quedó bien patente que a falta de otras virtudes bien vale una catarata de centros. Se llegaron a contar hasta cincuenta y cuatro balones colgados al área del Granada. Bueno, uno entró. Menos mal.

Sin duda lo mejor de otra noche para olvidar fue que el partido se convirtiera en la mejor pasarela para la exposición de jóvenes jugadores que tienen que ser el futuro de este Barça: un Araújo ya consagrado como un gran futbolista, Eric García, Balde, Demir, Gavi, Riqui Puig... ¿No querían una taza?, Pues toma dos... Y si hay que caer con los jóvenes, se cae con ellos. 

De todos modos, al discurso de Koeman, seguramente cansado y ofuscado por todo lo que se dice sobre su futuro (“no voy a hablar más de este tema”, afirmó con tono serio), le falta cierto optimismo. Solo se puede creer en un ejército si el capitán general que lo lidera es el primero en alabar a la tropa. Lo mejor es que este jueves el Barça vuelve a jugar. ¿O no?