Koeman: hablemos de fútbol

Ronald Koeman se siente como en casa en el Camp Nou

Ronald Koeman se siente como en casa en el Camp Nou / JAVI FERRÁNDIZ

Bojan Krkic

Bojan Krkic

Cuando Koeman marcó uno de los goles más importantes de la historia del Barça yo aún no había cumplido los dos años. Ser culé no es solo vivir el presente, todo aquello que se cuece a partir de adquirir el uso de la razón, también es emocionarse con las gestas de quienes sufrieron y disfrutaron antes que tú de la grandeza blaugrana. Koeman es una leyenda, un mito del barcelonismo, y este es un hecho que nadie alrededor del club debe olvidar ni menospreciar.

Lo primero que hay que mostrar hacia él es agradecimiento. Por lo que dio en su momento como jugador, pero, sobre todo, por la decisión que acaba de tomar. Solo alguien cuyo sentimiento hacia el Barça va más allá de la razón es capaz de abandonar su proyecto al frente de la selección holandesa, renunciar a una Eurocopa y sumergirse en las aguas turbias que cubren hoy en día al barcelonismo. Solo alguien que entiende el Barça como algo ‘més que un club’ es capaz de aceptar el reto gigantesco que supone manejar la difícil transición que vive el mejor equipo de la historia. Y solo alguien que ama el azul y el grana es capaz de hacerlo sabiendo que su futuro podría estar condicionado por unas elecciones a la presidencia. 

Solo alguien que sitúa la ilusión de su vida por encima de cualquier otra circunstancia puede mostrarse tan generoso como lo ha hecho Koeman. Así que, llegados a este punto, todos quienes tienen voz en este club, dentro y fuera, respondamos con el respeto que merece su acción y permitamos al mito de Wembley hablar de fútbol, ese deporte que honró sobre el césped vestido con la camiseta del Barça y que ahora espera seguir honrando desde el banquillo. 

El 2-8 es una herida que tardará en cicatrizar, pero Koeman no ha llegado para ejercer de enfermero y suturar con puntos una crisis en la que no tiene ningún tipo de responsabilidad, sino para liderar una transición dolorosa que solo alguien con su pasado y personalidad puede hacer. Y sí es responsabilidad de quienes dicen amar al Barça permitirle que lo haga facilitando su labor. Los cuchillos sobrevuelan el Camp Nou en todas direcciones y eso no ayuda. Por eso me gustaron los mensajes en las redes de Iniesta y Belletti, positivos y cargados de optmismo. Quienes decimos ser del Barça estamos obligados a estar a su lado porque Koeman ya ha demostrado estar en el nuestro. Vuelve a casa y ha llegado la hora de sumar. Olvidémonos de quienes, según el criterio de cada uno, basado en informaciones sectarias y, muchas veces, incompletas, son los buenos y los malos. Permitamos a Koeman ser tan feliz como él nos hizo a nosotros en aquel lejano 1992.

LA DECISIÓN DE SILVA MERECE UN APLAUSO

David Silva es ya un mito de la Premier League, no solo del Manchester City, que ha reconocido su trayectoria en el club erigiendo una estatua en su honor. Tras cerrar su extraordinaria etapa en Inglaterra, tocaba decidir cuál sería el siguiente paso en su carrera, probablemente el último de ellos. El dilema no era fácil porque muchos clubes han tentado al futbolista, al que aún le queda mucho fútbol que ofrecer. De entre todas las opciones, ha elegido la que, bajo mi punto de vista, merece mayor reconocimiento. Podía haber seguido ganando mucho dinero en Italia, jugando para la Lazio, pero ha apostado por un proyecto que va más allá de lo económico, valorando aspectos que, en su actual etapa, no suelen ser habituales. Regresa al fútbol español para vestir la camiseta de la Real Sociedad, donde quiere seguir compitiendo en un club que se adapta a sus características y que, además, permitirá a su familia sentirse más cerca de casa. La decisión de David Silva merece un aplauso porque se aleja de lo que suele ser habitual hoy en día.