Koeman está por encima de unas elecciones

Koeman, en el Ferencvaros-Barça

Koeman, en el Ferencvaros-Barça / VALENTÍ ENRICH

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Koeman no luce corbata ni suele vestir traje. Tampoco usa gomina ni gafas de pasta sin graduar para parecer más interesante. El héroe de Wembley, conviene recordarlo a menudo para no olvidar de quién hablamos, se presenta a menudo en la banda enfundado en un chandal y orgulloso de esa curva de la felicidad que permite al aficionado reconciliarse con el fútbol. Hubo un tiempo en el que el entrenador parecía un entrenador y no un modelo cuarentón de cremas antiarrugas. La imagen importa y, precisamente por ello, Ronald se muestra tal y como es, sin esconderse en disfraces que alejan a los técnicos del césped y les acercan a las revistas de moda masculina.

El holandés sufrió un infarto el 3 de mayo de este año en el que las buenas noticias son los reyes. El holandés renunció a la selección holandesa y a la Eurocopa del próximo verano para venir al Barça. El holandés asumió que, quizás y pase lo que pase, solo dirigirá a los blaugrana una temporada. El holandés es uno de los nuestros y estaba incluso dispuesto a comerse el marrón de iniciar la transición de un Barça sin Messi porque, de hecho, se comió el marrón de mostrar la puerta de salida a Luis Suárez, leyenda blaugrana para siempre a base de goles. Koeman, Ronald Koeman, hay que decirlo más, se sienta hoy en el banquillo del Camp Nou porque ese era su sueño y lo ha hecho realidad a pesar de todo. Sin fichajes ni un duro en la caja que permita pensar que los habrá. Con el club inmerso en una crisis económica y, sí, también institucional gravísima. Koeman ha venido al Barça sin pedir nada a cambio. Señores precandidatos, sean dignos del club que quieren presidir, no sean resultadistas y prometan, desde ya, que Koeman, Ronald Koeman, seguirá si ustedes ganan