Jugar sin Messi es dar demasiada ventaja

Messi, en un lance del partido

Messi, en un lance del partido / VALENTÍ ENRICH.

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

En una semana de Liga de nueve puntos solo se han sumado dos. Impensable hace ocho días. Decepcionante a día de hoy. El Barça ha entrado en una dinámica negativa que genera mucho ruido pero que de ninguna manera puede considerarse una crisis. Tres partidos consecutivos sin ganar frente a rivales de segunda fila pone en evidencia unos fallos defensivos a los que no estábamos acostumbrados. Demasiados partidos que el equipo tiene que remar con un marcador en contra.

El partido de ayer confirmó lo que muchos nos temíamos. Las rotaciones no funcionan. El banquillo no da la talla cuando tiene que asumir su responsabilidad. Se limpió el fondo de armario de pasadas temporadas pero los que han llegado no hacen sombra a los titulares. La ‘messidependencia’ es más evidente que nunca. Jugar sin Leo es dar demasiada ventaja a los rivales. O sale el argentino a tirar del carro o el equipo va por el pedregal. El Athletic agradeció que no salieran de inicio Messi y Busquets y perdió el respeto al Barça. Le jugó de tú a tú y creó múltiples ocasiones de gol. Cuando salió el crack, todo cambió. Los vascos recularon y el Barça multiplico sus ocasiones de gol.

Ante tal realidad muchos se preguntan por qué Valverde cometió un error de este calibre. Hubiese sido más inteligente sacar a Messi de entrada, resolver el marcador y darle descanso en la segunda parte. No nos engañemos, el Barça sin Messi es un equipo mediocre, con poco juego y sin director de orquesta. Y más en una tarde donde a Rakitic se le fundieron los plomos, Piqué siguió mostrando una baja forma evidente y Dembélé se perdió en jugadas individuales que a nada conducen. Dos notas positivas: Luis Suárez va recuperando su mejor juego y Coutinho comenzó como un avión aunque luego fue diluyéndose. 

Aunque algunos sostienen la teoría de que este equipo dará su máximo rendimiento en la Champions, nos negamos a aceptar que la Liga se convierta en plato de segunda mesa. Hay que luchar en los dos frentes para crear sinergias positivas. Confiar en dar el do de pecho en la competición internacional en modo alguno puede significar tirar la Liga. Valverde debe hacer un análisis profundo de la situación actual en compañía de los jugadores. Hay muchas cosas que mejorar –la defensa– y otras que potenciar, la eficacia goleadora. El año pasado a estas alturas habían encajado solo dos goles en Liga, ahora llevan ocho. Nada nos sorprendería que en la visita a Londres el próximo miércoles, el técnico vasco volviera al sistema con el que se siente más seguro, el 4-4-2. Tampoco hay que descartar que den un descanso a Dembélé en favor de asegurar la titularidad a Coutinho.

Es necesario ponerse las pilas y conectarse a una realidad que debe mejorar de forma inexorable. Vienen partidos comprometidos que deben servir para recuperar la confianza y elevar el ánimo. Otra cosa será caer en un pozo y que la palabra crisis adquiera significado. El repóker de rivales que viene servirá para situar al Barça en la escalera de valor. El Tourmalet que se avecina comienza el miércoles con el Tottenham de Pochetino, continúa con la visita a Valencia, después viene el Inter en Champions, el Sevilla en Liga y se visita el Bernabéu. En este ‘tour de forcé’ descubriremos el auténtico potencial de un Barça que tiene un margen de mejora grande.