La jugada maestra de la Europa League

Galatasaray - FC Barcelona | El golazo de Pedri

El golazo de Pedri al Galatasaray / TELEFÓNICA

Toni Frieros

Toni Frieros

La noche del pasado 8 de diciembre el FC Barcelona, y por extensión todo el barcelonismo, vivió una de las jornadas más tristes de su reciente historia. No como aquel 4-0 ante el Liverpool o el obsceno 8-2 frente al Bayern Munich, pero casi... Esa noche, el cuadro bávaro echó al Barça de la Champions League, que por primera vez en tiempos inmemoriales se apeaba de Europa en la fase de grupos. Un puñetazo en pleno mentón que provocó que el equipo, y de retrueque el club, acabara besando la lona.

Tengo muy claro que está permitido caerse, pero también que es obligatorio levantarse. En la historia encontramos incontables ejemplos de ejércitos, de deportistas, que han hincado la rodilla y han sabido rebelarse, resurgir y acabar cantando victoria.

El Barça actual está en esta fase. Del dolor de decir adiós a la Champions League de forma tan prematura, con el coste económico y de prestigio que lleva asociado, se ha pasado a tener la oportunidad de redimirse en una Europa League que, sí, será hijo de un Dios menor, pero que, miren por dónde, se presenta repleta de oportunidades y beneficios.

Ayer mismo le pregunté a un socio barcelonista qué prefería, si caer en cuartos, semifinales o en la final de la Champions League o ser campeón de la Europa League. Y sin pestañear, se decantó por la segunda opción. Entiendo que ahora, dadas las circunstancias, el socio y aficionado barcelonista prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león.

Es evidente que el Barça no está en la situación deportiva que le gustaría estar, mirando de reojo con sana envidia esos emparejamientos (Chelsea-Madrid, City-Atlético...), tan cierto como que el club y la plantilla azulgrana deben hacer de la necesidad una virtud. Y la Europa League, si se gana, está rellena de beneficios. Primero, económicos, ya que podría compensar las pérdidas de la Champions. Segundo, anímicos y morales, porque levantar la Europa League sería un gran chute de amor propio en estos tiempos que corren.

Pero hay muchos más. Ganarla representaría entrar por la puerta grande en la Champions League de la próxima temporada, además como cabeza de serie, algo que no ocurriría ni quedando segundo en la liga española. Y un triunfo en el Sánchez Pizjuán el 18 de mayo le permitiría al Barça disputar en agosto la final de la Supercopa de Europa... contra el ganador de la Champions, donde se dirimirá cuál es el mejor equipo del continente. Un gran panorama, ¿no?

Por lo tanto, abracemos a la Europa League como una nueva panacea.