Jordi Farré, un idealista sin freno

Jordi Farré, líder de la moción de censura contra Bartomeu

Jordi Farré y el resto de impulsores del Voto de Censura, sabrán este jueves la fecha del referéndum / JAVI FERRÁNDIZ

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Una sola persona creyó, desde el primer minuto, en que la moción de censura contra Bartomeu podía salir bien. Responde al nombre de Jordi Farré i Muñoz. Muchos de ustedes, seguramente, no le conocerán porque su nombre ha sido silenciado desde muchos sectores del entorno mediático culé. Ese mismo entorno que, en cambio, ha ensalzado nombres como el de Víctor Font o el de Fernández Alà, que, paradójicamente, no estuvieron el día de la recogida de papeletas. Seguramente ellos tampoco formaban parte de quienes creían en el milagro (por otro lado algo lógico porque solo una persona creía en él). Lo que sí hicieron es, al ver que el milagro se estaba produciendo, subirse al barco con tuits desubicados en tiempo y contenido.  Laporta hizo algo parecido, pero con más clase.

En breve sabremos si la aventura imposible de Farré se convierte en realidad, pero el éxito de la iniciativa es ya innegable y, aunque él sea el cabeza visible, la responsabilidad recae en los más de 20.000 socios que han firmado. También en todos los grupos organizados de socios que han trabajado sin descanso. Fueron ellos quien empezaron a barruntar que una moción era posible, pero sin dar el paso definitivo porque les faltaba lo que a Farré le sobra: una inconsciencia patológica que le convierte en un idealista sin freno. Nadie más que él estaba detrás suyo y de su equipo de trabajo. Farré tuvo que aguantar el silencio despectivo, el insulto, las acusaciones de estar boicoteando la moción, las risas vejatorias y algún que otro comentario en el que se le calificaba de ‘freak’. La maldad no respeta a nada ni a nadie y las ansias de poder son su mejor alimento. Pero a veces, solo a veces, gana quien el sistema menos espera.