La isla y el tesoro

Ibiza. Santa Eulària des Riu. Una pequeña carretera comarcal y a ambos lados, la tierra roja pitiusa. Al final del camino, Atzaró, un agroturismo único en el mundo. Oasis de paz, en una de sus lujosas villas se aloja Leo Messi con su esposa, hijos, padres, hermanos, hermana, sobrinos y algún allegado más. Una gran familia arropa al argentino tras el triste desenlace mundialista.

Muchas cosas pasaron en aquel vestuario y en el entorno de la selección. Demasiadas. Como demasiado es el tiempo que lleva aguantando las más duras críticas e informaciones sesgadas sobre su poder en la albiceleste. Le duele Argentina. Mucho. Y ha llegado al ecuador del mes de julio cansado y con ganas de aislarse. Ibiza es el lugar, su otro lugar de referencia. Con su gente, su núcleo duro. Este verano los ha querido tener a todos con él. Y aquí están, en el interior de la isla, cuidando al tesoro. Al líder.

Mientras el Barça asume el adiós de Iniesta, refuerza el centro del campo, apuntala la defensa, renueva a la columna vertebral del filial y conserva a su líder en perfecto estado de forma -aún cuando el emocional siga algo tocado- a 600 kilómetros, el Real Madrid no logra aislarse del mazazo de la marcha de Zidane y de Cristiano.

El presidente blanco tiene urgencias aunque, en la presentación de Odriozola, tranquilizara a la parroquia anunciando posibles fichajes. Neymar, del que los altavoces de la capital no han logrado diluir los miles de ‘memes’ y revolcones que ha provocado su discreto y teatral paso por el Mundial, dan casi por hecho que esta temporada no vestirá de blanco. Las encuestas le han dado la espalda a Florentino Pérez.

La afición no aplaudía la llegada del brasileño ni mucho menos la marcha de CR7. Mbappé se postulaba como el galáctico deseado pero el francés, un héroe nacional, ya ha dicho muy clarito que él no se mueve del PSG. Ahí están Hazard y Courtois esperando la llamada tras ofrecerse al Real Madrid por activa y por pasiva. FP parece más solo que nunca. Sin líder y sin tesoro.