Isco-Dembélé: ¡qué diferencia!

Éste es el momento en que Isco se encara con los aficionados

Éste es el momento en que Isco se encara con los aficionados / MOVISTAR

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Siempre se ha dicho, aunque yo nunca lo he acabado de interpretar así. Evidentemente, no tengo memoria (soy un desastre) como para recordar que siempre ha sido así, por lo tanto solo de vez en cuando detecto puntos de conexión con esa tesis expresada por muchísima gente del fútbol de que Barça y Real Madrid son vasos comunicantes. Son demasiados años de historia como para asegurar, como aseguran muchos, que cuando uno está bien, el otro está mal.

Incluso confirmando esa teoría, habría un montón de matices. Por ejemplo, en el pasado más reciente, cuando se defendía que el Real Madrid era un auténtico desastre, desenganchado de la Liga y eliminado de la Copa del Rey, va y ¡zas! gana la Champions. ¿Eso es estar en crisis, ser un desastre, estar hundido mientras el rival, con doble de Liga y Copa, está eufórico? Pues no sé qué quieren que les diga, había muchos que, en ese mismo momento, decían que el Barça era un desastre.

Bueno, como ahora ¿no?, que el Real Madrid está perdido, muy perdido, y ni siquiera se ha desconectado de la Liga, mucho menos de la Copa, que apenas acaba de empezar, y, sí, también es líder en la Champions. Ya no digamos el Barça, que manda en todo, y los hay que hubiesen traspasado a medio equipo y sentenciado, cómo no, a Ernesto Valverde hace ya muchas semanas.

Maneras de ver  No digo, no, que sean distintas maneras de ver el fútbol, el juego, a los dos grandes del fútbol español (y mundial), digo que estamos en diciembre y queda mucho aunque, sí, comparto plenamente que los escenarios parecen muy distintos. Si vemos la foto fija, es cierto que el Real Madrid parece atravesar un momento de incertidumbre, me temo desde que Florentino Pérez se llevó la tremenda sorpresa (y, por supuesto, fue incapacidad -no sé si tuvo posibilidad, la verdad-de frenar esas pérdidas) de que, de pronto, le plantara Zinedine Zidane y, a continuación, le despreciase Cristiano Ronaldo (¡con todo lo que hizo porél!) y tuviese que malvenderlo.

Desde ese instante, el Real Madrid, al que le cuesta mucho perder, perder y perder, es decir, perder durante varios domingos o miércoles, no ha tenido un referente en el banquillo ni ha sabido concentrar, en un solo jugador, el poder de persuasión y, sobre todo, mando e intimidación que tenía CR7. Como acaba de decir Pedja Mijatovic, en la cadena SER, “no sé si es la ausencia de Zidane o la de Cristiano, pero el Real Madrid, en estos momentos, no me transmite nada”. Yo añadiría: no intimida, no da miedo, no lo ves remontando las adversidades de antes.

Grandiosidad blanca Es evidente que la grandiosidad del Real Madrid (como la del Barça) puede con todo, pero esa sensación de que ahí dentro, en el vestuario blanco, ocurre algo feo está muy presente en el mundillo del fútbol. Ese comportamiento de Marcelo con respecto a Isco; el mismo ‘caso Isco’ tan feo, esa manera de seguir desconectado de Bale, a su bola; ese declive (puede que sea, sí, cansancio mundialista) de jugadores vitales como Kroos o Modric; ese entierro lamentable del enorme Keylor Navas, ni siquiera presente en los ‘minutos de la basura’; ese pensar que el ‘mesias’ es Vinicius (gran jugador, pero no el salvador de hoy, si acaso de mañana); ese no jugar a nada y esa interinidad de Solari, hace que muchos en la capital piensen que éste es el año del catacrack, pero…

Lo que sí es cierto es que, como mucho, a todo eso el Barça opone una manera de gestionar la ‘crisis Dembéle’ realmente ejemplar, desde el punto de vista, incluso, del humor (esa frase de Valverde tras su golazo ante el Tottenham: “¿Resuelto el tema?, bueno, no sé, mañana hay entrenamiento…”), como desde la perspectiva disciplinaria y, sobre todo, colectiva. Es evidente que no solo Valverde estuvo magistral al colocarlo de titular ante los ingleses tras creer que el domingo no había entrenamientos (no es que llegara tarde, es que pensó que no entrenaban), sino que el grupo de capitanes, incluido Leo Messi, que ejercer-ejerce, ha sido vital para calmar las aguas.

Insisto, yo creo que Barça y Real Madrid están en una situación delicada, pero muy reforzados en sus aspiraciones. ¿Mejor el Barça?, evidentemente, porque el doble error cometido por Florentino Pérez de que Zidanes hay muchos y que cualquier marcaría los 50 goles de CR7 lo está pagando, no solo con derrotas (los blancos han perdido ya un tercio de los partidos que han jugado), sino con ruido, con mucho ruido. Y pitos, muchos pitos, en el Bernabéu.