El insostenible caso de Samuel Umtiti

Samuel Umtiti, durante una sesión de entrenamiento

Samuel Umtiti, durante una sesión de entrenamiento

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Umtiti, según ‘Transfermarkt’, tiene un valor de mercado de 8 millones de euros, 62 menos de los 70 que valía en diciembre de 2018, meses después de ganar el Mundial con Francia. Desde entonces su caída ha sido en picado, pero su cuenta corriente no ha hecho más que crecer gracias a los más de doce millones de euros brutos anuales que le paga muy generosamente el Barça. Si la temporada que ha acabado jugó trece partidos, es fácil deducir que cada unos de los ratos que ha pasado sobre el césped suponen al club casi un millón de euros. Hay casos similares en la plantilla, pero ninguno se acerca al suyo, insostenible se mire como se mire porque, además, aún le quedan dos años de contrato.

Las lesiones forman parte del fútbol y hay que aceptarlo. No es admisible, en cambio, sacrificar tu rodilla jugando un Mundial tras haber firmado una renovación bajo la amenaza de hacer las maletas. La respuesta del francés al esfuerzo que hizo el Barça y que sigue haciendo ha sido el pasotismo, el esconderse en el banquillo o debajo de la camilla y alejarse de los focos. Umtiti no firmó una jubilación dorada en Barcelona, sino un contrato multimillonario que le encadena al Camp Nou y condena al club. Ni un gesto por su parte, ni un guiño al que agarrarse para ser benevolentes. Nada. El que un día fuera un gran central es hoy la sombra de un futbolista de 27 años que ha dicho adiós al fútbol. Irrecuperable para la alta competición, pero con salario de estrella mundial. La paciencia que ha tenido con él el Barça es inversamente proporcional a la dejadez con la que Samuel ha vivido su retiro dorado al sol del Mediterráneo. El tiempo para ser considerados ya pasó. No puede seguir ni un minuto más.