La indignación y la 'Lewandowskidependencia'

Lewandowski, ante el Inter

Lewandowski, ante el Inter / Valentí Enrich

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça no mereció ganar en San Siro. Pero tampoco mereció perder. Un pésimo arbitraje y un incomprensible VAR evitaron que el equipo blaugrana sumara, al menos, un empate ante el Inter. Y provocaron que el conjunto de Xavi se encuentre, nuevamente, contra las cuerdas en la Champions.

El gol anulado a Pedri y el penalti no pitado a Dumfries en el tiempo de descuento perjudicaron gravemente a un Barça que, por otro lado, se mostró absolutamente inoperante en ataque durante 60 minutos. En la última media hora pudo igualar la contienda pero el colegiado Slavko Vincic lo evitó.

De ahí la indignación del entrenador y del vestuario por una actuación que fue negativamente decisiva para los intereses culés. Nada está perdido. Por supuesto. El Barça sigue dependiendo de sí mismo. Pero ahora tendrá mucha más presión.

Y el encuentro del próximo miércoles en el Camp Nou será una final que habrá que ganar por 2-0. Cualquier otro resultado significaría despedirse, nuevamente, de la Copa de Europa antes de octavos. Con el consiguiente mazazo moral y económico.

Hay que ser optimistas porque el Barça ha demostrado que puede jugar mucho mejor de lo que lo hizo en Milán. Y, sobre todo, olvidarse de los errores arbitrales, por muy premeditados que puedan ser. No valen las excusas. Hay talento para superar todos los contratiempos. Incluidos los extradeportivos...

La 'Lewandowskidependencia' empieza a emerger como un fantasma que recuerda demasiado los tiempos en los que todo pasaba por Messi. Si no marca el polaco, no marca nadie. Como se ha podido comprobar en los dos desplazamientos de Champions. Ni en Múnich (2-0) ni en San Siro (1-0) vio puerta el crack blaugrana. Y el Barça acabó perdiendo.

El rendimiento de Lewandowski es, por supuesto, incuestionable: lleva 12 goles en 10 partidos. El problema es que sus compañeros no le complementan adecuadamente. El resto de delanteros del equipo lleva 7 tantos, un balance demasiado pobre para aspirar a ganar los grandes partidos. Eso y la dificultad para derribar murallas defensivas como las del Inter (o la del Mallorca, que acabó siendo superada por un solitario gol de Lewandowski) obligan a Xavi a seguir trabajando en la mejora de su proyecto. Ahora con la presión añadida de no poder fallar más en la Champions.