Impecable con Messi, tacaño con Koeman

Koeman y Messi, en una imagen de archivo

Koeman y Messi, en una imagen de archivo

Ernest Folch

Ernest Folch

En el Valencia-Barça pasó inadvertido un detalle que tiene más importancia de la que parece: los jugadores blaugrana salieron al campo con el lema ‘Davant el bullying no callis’ solamente unas horas después de que Messi publicara una oportuna condena del acoso en las redes sociales, el día en el que llegaba a los 200 millones de seguidores. Es decir: los jugadores, y el capitán, no solo están implicados con una campaña del club sino que además coordinan esfuerzos. Puede parecer una anécdota pero ejemplifica el mayor cambio que se ha producido en el club desde la llegada de Laporta: de la guerra fría de Bartomeu con el vestuario se ha pasado a una sincera complicidad con los jugadores y, especialmente, con Messi. Prueba de ello son las diversas reuniones que Laporta ha tenido con el propio Leo y con su padre, en las que más que una oferta concreta, el presidente le ha mostrado el respeto y el cariño que Messi merece y que no sintió tener nunca con Bartomeu, como demuestra el ya célebre burofax. Además, Laporta ha tenido la visión y la habilidad de proponerle a Messi ser el embajador perpetuo del Barça, y hablar por primera vez de cómo será la relación con el club de su vida una vez se haya retirado. En definitiva, el nuevo presidente ha logrado que el mejor jugador de la historia deje de sentirse un extraño en su propia casa y ha dado un espectacular vuelco a la relación con los jugadores, a los que ya no se considera enemigos, sino cómplices necesarios de un proyecto.

Pero toda la generosidad que Laporta ha mostrado con Messi se ha vuelto tacañería con Koeman: el entrenador llegó a la final de Copa sin la ratificación deseada y, a pesar de ganarla con una exhibición, recibió a cambio el mismo silencio de la últimas semanas. La derrota contra el Granada hizo aflorar otra vez la incomodidad de algunos directivos con un entrenador que no sienten suyo, y exacerbó injustamente las críticas desmesuradas de un cierto entorno que no perdona a Koeman que se prestara a salvar la nave de Bartomeu en el último momento.

El resultado de esta situación es ahora mismo paradójico: la directiva que dice no ser resultadista parece estar esperando unos resultados para decidir si Koeman continúa. Por supuesto, ha cometido errores, pero en la balanza deberían pesar mucho más sus grandes logros, como haber salvado la nave en plena debacle institucional y económica del club, y haber apostado con una valentía admirable por los jóvenes. Cierto, Laporta ha sido siempre respetuoso con Koeman las escasas veces que se ha referido a su persona. Pero así como con Messi ha sido espléndido y justo, da la sensación de que con Koeman va con una extraña calculadora de elogios en la mano, temeroso de lo que le puedan decir sus más fieles, y a veces tóxicos, incondicionales. Si logra alinear estas dos grandes cuestiones, el Barça sin duda saldrá más fuerte.

Un éxito de todos

El espectacular ascenso del fútbol femenino es el mejor ejemplo de que en el Barça los grandes logros se consiguen solidariamente, no sectariamente. Laporta fundó la sección, Rosell la impulsó y Bartomeu, con directivas como Maria Teixidor, fue el que más apostó por su profesionalización. Es un éxito perfecto, porque nadie puede atribuírselo en un 100% y nadie puede reivindicarlo en contra de nadie. Y otra prueba de que nada se consigue si no es a base de mucho trabajo.

El oscurantismo médico

Un extraño oscurantismo sigue rodeando a las lesiones de los jugadores, especialmente si son importantes. En el caso de Ansu Fati, al que hoy puede operarse presuntamente por tercera vez, es el mejor ejemplo de esta innecesaria falta de transparencia: el misterio, propiciado por el mismo jugador, que rodea a su rodilla, no hace sino aumentar la inquietud. Comunicar bien, aunque sean malas noticias, es siempre mejor que el silencio.