De ilusión (también) se vive

Florentino Pérez durante la presentación de Thibaut Courtois

Florentino Pérez durante la presentación de Thibaut Courtois / sport

Carme Barceló

Carme Barceló

Lo que da de sí el mundo del transporte. Agradezco a taxistas y usuarios del AVE que hayan hecho posible este artículo así como al programa ‘El Chiringuito de Jugones’ por confirmar audiovisual y virtualmente mi sexto sentido de hace unas semanas. Cuando a Zidane y a Cristiano Ronaldo se les acabó el amor de tanto usarlo, Florentino Pérez se subió al palanquín blanco y aseguró, en la presentación de Odriozola, que lo mejor estaba por llegar. Mientras el PSG le ponía palos a las ruedas al proyecto del presidente madridista -a la par que tocaba a la puerta, por no decir una soez, del FC Barcelona una vez más- el madridismo languidecía.

La primera jornada de Liga, donde Barça y Real Madrid sumaron los tres puntos en sus estadios medio vacíos, confirmó los encantos y los desencantos. Mientras en el Camp Nou se alentaba a Dembelé a pesar de su poco acierto en la definición y se jaleaba con pasión a Arturo Vidal en su debut liguero, las 48.000 almas que se dieron cita en el Santiago Bernabeu se preguntaban qué pasaba con Vinicius, con el galáctico prometido y con su ilusión.

Esta es el concepto de moda este verano, el hastag que representa a unos y a otros por ausencia o por presencia. Ilusión. Paco, el taxista que me recogió en Atocha, me dijo que no entendía como Florentino Pérez, listo como el hambre, no tuviera confirmado el as de la manga y dejara marchar al único jugador que aseguraba una media galáctica de goles. “En el Barça tienen a Messi y nosotros tenemos que pedirle a Lopetegui que saque a Vinicius para sentir algo, no me j....”, le decía en el bar del AVE un chaval a su amigo mientras leía un diario deportivo de la capital.

La ilusión aquella de todos los días, ¿recuerdan? Pues de ella adolecen en Madrid mientras los TT de ‘El Chiringuito’ se los lleva Cristiano, la depresión post The Best y su foto de ‘famiglia’. Que le sea leve a Lopetegui y al ser superior que le llevó a la casa blanca pero quien siembra vientos, recoge tempestades. Y de ilusión, en el fútbol, se vive. Todavía.