Ilaix está poniendo en peligro su carrera

Ilaix Moriba y el FC Barcelona siguen sin ponerse de acuerdo

Ilaix Moriba y el FC Barcelona siguen sin ponerse de acuerdo / Javier Ferrándiz

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El poder de los futbolistas ha superado todos los límites razonables. Durante demasiados años, los jugadores han ido acumulando influencia en los clubs hasta alcanzar cotas inadmisible para el buen funcionamiento de las entidades. El Barça es, posiblemente, el peor ejemplo de la pésima gestión que se ha hecho en este sentido. Bartomeu cedió todo el poder a los futbolistas a cambio de que éstos le fueran salvando la cabeza. Las victorias lo justificaban todo: desprecios privados (y públicos) al presidente, incumplimiento de obligaciones contractuales, nula complicidad con las necesidades del club y fichas tan exageradas como inasumibles. La tormenta perfecta llegó cuando se acabaron los títulos y estalló la pandemia: la economía del Barça sucumbió al desastre y a los despropósitos y la situación se volvió insostenible. Bartomeu tuvo que dimitir, pero los futbolistas siguen en la plantilla y poco dispuestos a renunciar a sus privilegios. Y eso resulta un mal ejemplo, un pésimo ejemplo, para los jóvenes. Es el caso de Ilaix Moriba, que se niega a renovar si no cobra como un crack…

“¿Con quién ha empatado Ilaix?”. Esta frase que corre por los despachos más importantes del Camp Nou no debe entenderse como un síntoma de desprecio. Es la realidad numérica de Moriba durante la pasada temporada. Jugó un total de 672 minutos en el equipo de Koeman (536 en 14 partidos de Liga, 125 en 3 partidos de Copa y 11 en 1 partido de Champions) y marcó un gol. Unos registros, sin duda, extraordinarios para un joven de solo 18 años. Pero que no significan, ni mucho menos, que vaya a ser una estrella. Ilaix está en proceso de formación. Personal y futbolística. Y todo hace indicar que va camino de convertirse en un excelente jugador. Por eso resulta incomprensible que esté tan mal aconsejado que el dinero le impida entender su realidad. El Barça le quiere. Le ha ofrecido un contrato del primer equipo con un salario millonario. Pero exige más. Mucho más. Más de lo que el club le puede (y le debe) pagar. Y eso puede costarle su prometedora carrera...