Identidad o mediocridad

Ter Stegen felicita a Gavi por su debut con el FC Barcelona

Ter Stegen felicita a Gavi por su debut con el FC Barcelona / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Ante el Getafe, tres puntos y poco más. “¡Y qué quieres!”, pensarán algunos. Ya no está Messi y el equipo necesita tiempo para encontrarse; Piqué, Dembélé y Fati están lesionados; Pedri, de vacaciones; y Eric, sancionado. Sin cinco potenciales titulares, “¿de verdad no es para estar contentos?”. Quizás sí...

Desde luego, todos estos argumentos pueden condicionar el rendimiento porque con los futbolistas mencionados se intuye un equipo mejorado. Sin embargo, más allá de los nombres hay algo que preocupa: el progresivo alejamiento del método que llevó al Barça a ser la referencia mundial. “Pero es que sin Messi, Xavi, Iniesta, Puyol y compañía nada puede ser igual”, pensarán. Pues precisamente por eso. Como la situación económica es la que es el club haría bien en darse una clase de historia. Ya saben, es imposible caminar hacia el futuro sin atender a los orígenes.

Ante el Getafe, el Barça se hizo reconocible porque sus jugadores llevaban una camiseta azulgrana. De su fútbol, sin embargo, nadie se va a acordar. Ganó y, seguramente, de eso se trata, pero parece no haber debate sobre la necesidad de alcanzar mejores versiones para que pueda aspirar a los títulos. La historia recuerda que el Barcelona necesita jugar bien para ganar y, también, que jamás le ha servido el rendimiento individual y puntual de su estrella para alcanzar el éxito. Ni siquiera Messi -¿recuerdan las últimas catástrofes europeas?-.

El equipo que Joan Laporta imagina tiene que ver, lógicamente, con su mirada cruyffista. No está claro que sea la misma de su hombre fuerte en el fútbol, Mateu Alemany, o de su entrenador, Ronald Koeman. O de la mayoría de los futbolistas que se visten de azulgrana. Contra el Getafe, desde donde se influye en la identidad colectiva, es decir, desde la columna vertebral del equipo, solo Sergio estaba capacitado para llegar a las esencias. ¿Consecuencia? Un equipo que hace jugadas, que busca el buen momento de Memphis o que espera algo de De Jong. Jugadas; no juego. Como el Barça sin títulos de tantas y tantas temporadas. No hubo Copa de Europa con Kubala ni con Cruyff y ni siquiera ganó la Liga con Maradona o Ronaldo. Incluso el año -temporada 2011-12- en que Messi marcó 73 goles (¡73!), el equipo fue subcampeón de Liga y semifinalista, en Europa.

No es opinión, es información: cuanto más se ha alejado del método, menos trofeos ha levantado. Que el cerebro del equipo sea la idea. Con el paraguas del método y a falta de supertalentos nadie se extrañó de ver el mejor Barça del partido con Gavi (17 años) y Nico (19) en el campo. Educación futbolística. Identidad o mediocridad.

El placer de seguir a Messi

Resulta habitual estos días ver, escuchar y leer a personas de corazón azulgrana -no entramos a valorar el oficio con el que se ganan la vida- dispuestas a prescindir de Messi en sus vidas. Como el futbolista argentino ya no viste la camiseta del Barcelona, mejor no verlo, como si así estuviera más cerca de limpiar su memoria y olvidar su adiós. Contra gustos, colores, por supuesto.

Sin embargo, uno siente que es una pena. Y una lástima. Lamentablemente, en este nuestro mundo no sobran los genios y quizás, solo por eso, es interesante seguirlos. Del ámbito que sean. De las letras o de las ciencias. Y también del fútbol. Leo Messi juega en el PSG pero sigue siendo Leo Messi, ese jugador único que ha despertado tantas emociones y que ha hecho feliz a tanta gente durante tantos y tantos años de azulgrana. Como sucede con todos los genios, el futbolista argentino es universal y, por eso, su obra va más allá de los colores de las camisetas que viste. El Barça se ha beneficiado de su talento, pero todo el mundo del fútbol ha sentido un poco suyo todo ese chorro de creatividad y rendimiento. A Messi hay que seguirle hasta el último segundo del último partido, no vaya a ser que saque un último conejo de la chistera y te lo pierdas.

El domingo debutó con su nuevo equipo y apenas tocó el balón. El futbolista argentino todavía está de pretemporada y necesita tiempo para adaptarse a un nuevo país, un nuevo club, unos nuevos compañeros y un nuevo fútbol. Él también necesita eso. Mientras tanto, algunos, necesitamos genios a los que seguir...

Bueno: Las cuatro magníficas

Que Alexia Putellas sea la mejor jugadora de Europa es fantástico. Y su foto con Sandra Paños, Irene Paredes y Lieke Martens, histórica. Que la apuesta del Barça no tenga final y que sirva de ejemplo y motivación para el resto de los grandes clubes europeos.

Malo: Antoine Griezmann

El francés sigue desaparecido. Su caso es curioso. Sin balón, todo el mundo está contento por su compromiso en la recuperación. Perfecto. ¿Y con balón? ¡Griezmann es delantero! En ataque, el galo debería ya aplicarse para aportar lo que el equipo espera de él.