Es la hora de valorar

El túnel de entrada al estadio vacío Borussia-Park donde el Borussia Mönchengladbach y el Colonia disputarán a puerta cerrada el partido de la bundesliga aplazado.

El túnel de entrada al estadio vacío Borussia-Park donde el Borussia Mönchengladbach y el Colonia disputarán a puerta cerrada el partido de la bundesliga aplazado. / Ina FASSBENDER - AFP

Bojan Krkic

Bojan Krkic

Cuando jugué en el AC Milan, recuerdo que la plantilla se reunió con un grupo de aficionados descontentos por cómo iba el equipo. Tampoco nosotros lo estábamos. Me impactó una de las frases que oí de uno de ellos: “Vosotros, los jugadores, ahora estáis aquí, pero sois pasajeros. Nosotros, los aficionados, también lo somos. Pero hay una cosa que no lo es: la camiseta y el escudo”. Aún a día de hoy pienso en aquella charla y comparto la reflexión. Solo añadiría que,  sin jugadores ni aficionados, el fútbol no existiría.

El aficionado es una parte imprescindible en el mundo del deporte y entiendo perfectamente lo que dijo Lebron James: “No voy a jugar sin los fans, juego por la gente”. Como futbolista profesional no entiendo que se hayan disputado partidos sin público. Solo imaginarme el encuentro del otro día en Anfield sin los aficionados del Liverpool (y los del Atlético) me entristece. Anfield es su gente, esa atmósfera única. Incluso jugando fuera de casa sientes la necesidad de que la grada esté llena de seguidores. Por eso prefiero que la competición se suspenda antes que seguir adelante sin quienes le dan sentido.

Pero mi reflexión va en otra dirección, porque la crisis sanitaria avanza muy rápido y las novedades se suceden constantemente. De hecho, ayer mismo se supo que, oficialmente, la MLS también quedaba suspendida. Nos estamos quedando sin deporte, sin esa parte de nuestras vidas que nos hace tan felices, pero la parte humana está por encima de todo y es vital recordar lo intocable que debe ser eso.

Esta crisis, que superaremos entre todos, debe servir para situar donde se merece nuestro mundo: el fútbol, el baloncesto, el motociclismo, el tenis o el ciclismo son importantes, pero no lo son todo en la vida.

Durante un mínimo de dos semanas nos quedaremos huérfanos de lo que más nos gusta, sí. Pero estaría bien aprovechar ese tiempo en pensar en todo aquello que ensucia el deporte: esas polémicas estériles que no suman, esos insultos que sobran y, sobre todo, peleas que no deberían existir. Porque, aunque algunos crean que por su equipo se les va la vida, no es así.

Por todo ello, incluso en momentos tan graves como este, también es posible extraer algo positivo. Y no se me ocurre mejor forma de honrar al mundo del deporte que aprovechar este parón forzado para regresar más fuertes, para hacerlo con una actitud más positiva, para que nunca más nos demos cuenta de lo que tenemos cuando lo hemos perdido. Ha llegado el momento de valorarlo todo, de sentirnos orgullosos de nosotros mismos.