Es la hora de decisiones drásticas

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Ernest Folch

Ernest Folch

El colapso de Barça en Anfield  ha dejado al barcelonismo en un estado de ‘shock’ como hacía varias décadas que no se vivía. A día de hoy parece insuficiente para calmar los ánimos que el Barça esté a un solo partido de replicar un doblete (algo extraordinario en la historia del club) y que haya arrasado a su rival directo en las competiciones domésticas.

Porque lo que pesa en el ánimo culé es que en los últimos 8 años de la era del mejor jugador del mundo se haya ganado solamente una Champions. O que se dilapidara el inmenso dinero de Neymar en dos jugadores que en la debacle de Anfield no pintaron nada: Coutinho firmó su sentencia con otra oda a la intrascendencia y Dembélé se despeñó tres días antes en una pachanga que todavía no se sabe por qué jugó. O, también, que se haya optado por fichajes intrascendentes como Boateng, Murillo o Todibo que, además de no generar ninguna alternativa real, quitan el sitio a talentos de la propia cantera.

Lo cierto es que, por primera vez en su mandato, el presidente Bartomeu debe tomar decisiones drásticas si no quiere que el fuego se expanda y le alcance. Porque el presidente es el único denominador común de las cuatro últimas tragedias del club (París, Turín, Roma y Liverpool), y cuando algo tan grave te sucede cuatro veces es que tienes un problema o al menos no has sabido resolverlo. Por eso, ahora más que nunca, ‘Barto’ está obligado a actuar, y a hacerlo con contundencia y asumiendo riesgos que hasta la fecha ha rehuido de manera sistemática.

Tiene básicamente 3 focos de actuación: el entrenador, la secretaría técnica y una parte importante de la plantilla. Ninguna es excluyente de las otras, y todas pueden verse gravemente afectadas. Sin duda, el que está en una situación más crítica es Valverde, al que después del partido no se le vio con la entereza suficiente como para aguantar la presión que se le viene encima. Pero sería un error pensar que basta con echar al entrenador, como si el Barça fuera un equipo cualquiera, sujeto a los vaivenes del marcador. 

El club debe recuperar el poder que ha cedido a los jugadores, dejar de darles todo lo que piden y actuar sin contemplaciones con los que no rinden. Ya no hay opción: es hora de decisiones drásticas, múltiples, a corto y largo plazo. Qué es lo mismo que decir que es la hora de los valientes.