La honestidad de Vitor Roque

"Ni Vitor Roque, ni yo no seremos un problema para el Barça”. André Cury, represéntate de Tigrinho (qué gran apodo este), aseguró meses atrás a Deco, que encontraría una solución para que el Barça recuperara la inversión realizada por el joven delantero, a quien el club le ha retirado la confianza en un tiempo récord.

La inversión fue 30 millones de euros, porque los 31 eran variables por rendimiento. Y como uno de los totems de la comunicación catalana dijo “los variables que yo sepa siempre se pagan”, quedó en el mainstream del barcelonismo que el brasileño había costado 61 ’kilos’. No.

Tigrinho tuvo una oferta saudita en verano, de 50 millones de euros, pero no quiso aceptarla, lo mismo ocurrió con Raphinha, la suya llegaba hasta los 100 ‘kilos’ con variables. Se fue cedido al Betis con una opción de compra de 25 millones de euros y con el compromiso verbal, que lo comprarían a final de temporada.

En el mercado invernal, sin embargo, los verdiblancos ficharon al Cucho Hernández, del Columbus Crew MLS, por 13 millones. Allí, la relación se deterioró y el agente del jugador empezó a buscar un nuevo destino para el futbolista. Encontró el Palmeiras.

Podría haberse ido cedido, pero, en vista de la nula confianza que el Barça mostraba con su activo, logró que el club paulista, que en los últimos años ha ingresado 220 millones de euros en venta de canteranos, aceptara comprarlo por las mismas condiciones que el Barça había acordado con el Betis. Y Tigrinho jugará el Mundial de Clubes de la FIFA con el Verdao. El regreso a su país lo coloca de nuevo en la lucha por estar en el Mundial 2026 con Brasil, en su pulso particular con Endrick.

Vitor Roque podría haberse aferrado a su contrato de siete años de duración e ir encadenando cesiones que le asegurarían el cobro íntegro de su ficha. Su compatriota Reinier, el futbolista que no existe para el madridismo, lo está haciendo. Ahora está en Granada, tras haber pasado por Dortmund, Girona y Frosinone. Al Madrid le costó 30 ‘kilos’ y nunca se enfundó la camiseta blanca. El 30 de junio se irá con la carta de libertad y cobrando un bonus de fidelidad. 

En el Barça, Frenkie de Jong se niega a marcharse y tiene más mercado que Vitor Roque. Es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. Otro, como Démbélé, jugó sus cartas mirándose al ombligo y perjudicando en todo lo que pudo a un club que tuvo una paciencia infinita con él. 

En el mundo del fútbol, cuando a uno no lo quieren, es legítimo que quiera cumplir su contrato en una guerra de ‘yo contra el mundo’, pero, hay siempre la solución de que uno mismo (para esto están los representantes) se busque un destino donde será bienvenido y podrá continuar con su carrera profesional. Que tomen nota de Vitor Roque, de su valentía y su honestidad.