Una historia que se repite

Reverter y Laporta, durante una de sus comparecencias

Reverter y Laporta, durante una de sus comparecencias / Valentí Enrich

Marc Menchén

Marc Menchén

La debacle del ciclo de Josep Maria Bartomeu empezó en 2017, con la mala gestión del dinero que dejó Neymar. Sin embargo, ya en 2015 podía percibirse que la disciplina económica de los años anteriores se iba perdiendo. Dimitió Ramon Adell de la comisión económica, salieron los vicepresidentes del área y unos meses antes se despidió a Antoni Rossich como director general. Entre medias, se afrontó la compra de Arda Turan en contra de la opinión del área financiera. Avancemos a 2022. Repasemos y miremos los paralelismos, para ver si así no se repite una historia que sabemos como acaba.

Jaume Giró, quien debía ser vicepresidente económico y dio consistencia en este ámbito a la candidatura de Joan Laporta, se apartó antes de entrar. José Elías, desencantado con la transformación del presidente cuando no ha necesitado su aval, se ha ido de la comisión del Espai Barça. Y esta semana llegó la dimisión de Ferran Reverter, el director general a quien se confió la definición de un plan de viabilidad cuya ejecución no está ni a medias.

Nos dicen que es por diferencias sobre el modelo de propiedad, aunque los hechos lo que demuestra es sobre todo una disparidad de criterio en la gestión. Reverter y el vicepresidente económico, Eduard Romeu, impusieron su criterio con la no renovación de Leo Messi y el rechazo a la inversión de CVC. Ambos tragaron con la entrada en los despachos de profesionales en cuya hoja de servicios brilla especialmente haber colaborado antes o ser familiares de Laporta y su junta. Y la gota que ha colmado el vaso es la falta de unidad sobre qué hacer con el patrocinio o gastar 55 millones no previstos en el mercado de invierno cuando hay un agujero de 100 millones en los ingresos.

Admito que en el patrocinio me alineo con Laporta y sus dudas sobre las criptomonedas que se acercaron, aunque suponga una merma de ingresos y las cifras del acuerdo con Spotify estén muy lejos de lo que decían. Sin embargo, no entiendo que se nos venda como un éxito que miembros de la junta se pasan horas y horas en el club, haciendo un trabajo que deberían ejercer los ejecutivos designados para cada tarea. Si no, siempre se vuelve a tropezar en la gran disfunción del modelo de gobernanza, que no es otra que la separación de poderes entre junta y comité de dirección.

Hacia donde quiere ir Laporta lo sabremos en función del perfil del relevo de Reverter. Si se opta por un perfil similar, perfecto, querrá decir que las diferencias con el aún director general no son sobre el reparto de poder, sino sobre cuestiones estratégicas. Si se opta por alguien de su entorno o de perfil más bien bajo, ya sabemos cómo acabó el experimento con Óscar Grau.