La historia de Leo Messi no se mancha

Leo Messi, celebrando un gol en el Santiago Bernabéu

Leo Messi, celebrando un gol en el Santiago Bernabéu

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

El Barça es una bola gigante de información rodando sin parar por una pista que avanza libre de obstáculos o, en ocasiones, necesita ser empujada por el entorno. No existe club en el mundo que genere tal cantidad de información y es ya imposible saber si fue antes el huevo o la gallina: la necesidad del club de aparecer en los titulares o la necesidad de tantos medios de explicar cosas.

Lo del contrato de Leo Messi y sus demandas, el de Piqué y todo lo que debe incluir la ingente documentación volcada a lo bestia en la redacción de ‘El Mundo’ es el último capítulo de una serie que nunca emitirán siendo protagonista el Real Madrid de Florentino Pérez. En Madrid están dispuestos a hacer un especial del club blaugrana lleno de adjetivos con los que vender como algo excepcional el pan nuestro de cada día en esta nuestra industria del fútbol desbocada. A Jordan le reían todas las gracias tras visionar ‘The Last Dance’, pero a Leo se le llama “codicioso” y catalogan sus demandas de “brutales exigencias”, con la valoración antes que el sustantivo para gritar al viento su tendenciosidad y condicionar la interpretación del lector. “Que quede claro que aquí no hemos venido a informar sin más ni, por supuesto, a hacer amigos, sino a servir con diligencia a quienes nos han dejado el volquete frente a nuestra casa”.

Con el Barça (y con Messi) todos se atreven porque, como pasa cuando los malos y mediocres políticos atizan a los catalanes para ganar votos, suma puntos en según qué ambientes. Leo era exigente, ganaba mucho y pedía mucho. Y también, cuando lo creía conveniente, mandaba. ¿Dónde está la noticia? ¿Algo nuevo en la sala?

Sí, Leo Messi, como Michael Jordan y cualquier deportista de este nivel, seguramente exigía más de lo que debía exigir. Pedir una cláusula de rescisión de 10.000 euros, la demanda que rompió las negociaciones, es discutible, como también puede serlo pedir el retorno de las cantidades diferidas con intereses. Todo puede ser discutido, excepto la voluntad inequívoca de ensuciar la carrera del argentino desde Madrid. ¡Sorpresa! ¡Leo Messi es humano y no todo lo que hace merece ser elogiado. ¿Y? ¿Dónde está el problema? Ser uno de los mayores genios que ha dado el deporte en su historia no le obliga a ser perfecto. No debe ser fácil adaptarse a su extrema exigencia, dentro y fuera del campo, pero quienes lo han hecho, quienes han logrado situarse a su nivel, física y mentalmente, han disfrutado de los mejores años de su vida deportiva. Y quienes lo han gestionado desde el palco, han disfrutado de sus éxitos en primera persona. Absténganse de echar más mierda sobre el más grande porque nada cambiará su estatus y la historia de Leo Messi no se mancha.