La historia no contada del fichaje de Griezmann

Griezmann, con su selección

Griezmann, con su selección / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Primera dicotomía: La cabeza aconseja a Griezmann fichar por el Barça, pero el corazón le dice que en Madrid es feliz. Segunda contradicción: El jugador quiere afrontar un nuevo reto en su carrera deportiva, su esposa prefiere quedarse en la capital donde tiene montada su vida. Tercera divergencia: El Atlético le ofrece más dinero que el Barça pero sabe que en el Camp Nou ganará más títulos que en el Wanda Metropolitano. Conclusión, vive con inquietud la decisión más difícil de su carrera. Medita en solitario, rechaza consejos y rehúye intoxicaciones. 

Hace seis meses, noviembre 2017, Griezmann lo tenía claro, clarísimo. Consideraba que su etapa de rojiblanco estaba agotada y que la oferta de jugar en el Barça de Messi era irrechazable. Dio el visto bueno a que su hermana, que le hace de representante, viajara a Barcelona para negociar.  Sentados en una mesa con los representantes del Barça, fijaron las condiciones del contrato, la duración e incluso visitaron algunas casas como futura residencia. Todo estaba acordado y cerrado. Tan solo era cuestión de esperar a que llegara el 1 de julio para que se pudiera activar la cláusula de su libertad, 100 millones. El tridente Messi, Suárez y Griezmann ilusionaba al presidente Bartomeu y cumplía el sueño del  francés de jugar en un club grande.

¿Qué ha sucedido para que un matrimonio que parecía hecho esté hoy en el aire? Muy sencillo, mientras el Atlético ganaba la Europa League, Simeone le comió el coco y en Can Barça creían que todo estaba hecho y no movieron ficha. Grave error. La personalidad y carácter de los jugadores es muy moldeable en función del dinero. El Atlético, consciente de que era una partida que tenía casi perdida, decidió hacer una jugada de póker y le ofreció un contrato que doblaba lo que ganaba, 24 millones por temporada, más dos en premios según resultados. Una oferta superior a la del Barça que hizo reflexionar a su entorno. Le recordaron también que la próxima final de la Champions se juega en el Wanda y que Simeone quería montar todo el equipo a su alrededor. La presión hizo efecto y el jugador retrasó su decisión.

A la vista de que la situación había cambiado, el Barça decidió contraatacar rápido para recuperar el terreno perdido. El nuevo secretario técnico, Abidal, buen amigo de Antoine, recibió la consigna de viajar rápido a Rusia para hablar con su compatriota y terminar de convencerlo. Incluso está autorizado para mejorarle el contrato si fuera necesario. El club quiere tener información de primera mano y en esta línea han servido las declaraciones de Messi para dejar claro que su llegada será muy bien celebrada en el vestuario. Es cuestión de contrarrestar la opinión de los jugadores rojiblancos que le aconsejan que no se vaya. Le dicen que mejor líder en el Wanda que comparsa de Messi en el Camp Nou.

En el Barça la verdad es que están inquietos. Oficialmente no pueden hablar con el jugador. Las noticias que llegan en torno a su decisión son contradictorias. En la capital aseguran que el Atlético está redactando un nuevo contrato mientras que Umtiti y Dembélé, que conviven con él, desconocen su futuro. Abidal se ha convertido ahora en personaje clave. Él sabrá más pronto que tarde si la palabra que dio Griezmann en diciembre va a misa o nos espera todavía un culebrón de final imprevisible.