Opinión
No hi ha distància

Los jugadores del Barça, derrotados tras perder en Milán / Javi Ferrándiz
En las últimas horas he escuchado y leído todo tipo de opiniones y conclusiones sobre la tan cruel derrota del Barça en Milán. Cabeza alta. Orgullo. Honor. (Errores, también). Partidazo para cualquier aficionado al fútbol. Incluso Thierry Henry dio las gracias a ambos equipos porque decía que últimamente se había aburrido con muchos partidos y que tanto la ida como la vuelta, en el Olímpic y en el Meazza, habían sido dos recitales para los amantes del deporte. Pero la derrota fue muy dura. Porque el Barça estaba a dos minutos de una final de la Champions diez años después. Y cuando lo estás haciendo tan bien durante todo el año y estás tan cerca de lograrlo, duele especialmente.
Siempre digo que odio las comparaciones, pero, para mí, el partido del martes me recordó a la semifinal de la Champions femenina de 2020 entre el Barça y el Wolfsburgo. Un año antes el Lyon había arrollado a las azulgranas en la final de Budapest, su primera final, cuando estaban a años luz de la élite.
Ese verano, en cambio, demostraron que ya eran capaces de competir de tú a tú contra los gigantes europeos, como lo era entonces el conjunto alemán. Fridolina Rolfö, que entonces jugaba con las ‘lobas’, anotó el único tanto del partido -fue una eliminatoria en sede neutral y a partido único por el Covid- y desde entonces es la única jugadora que ha privado al Barça de una final. Leila dijo aquello de “putas alemanas de los cojones”, cuando marcó la sueca, porque el Barça firmó una actuación brillante y se quedó con la miel en los labios. Dijo Alexia que aquella había sido una de las derrotas más dolorosas que había vivido nunca, porque se habían quedado muy cerca de lograrlo.
Pero también pronunció, para Andrea Ginés en Barça TV, esa frase que ya es histórica: “No hi ha distància”. Ese partido fue un punto de inflexión. Al año siguiente el Barça ganó la Champions y el triplete, con una gran generación de futbolistas -con poca experiencia- que se había llevado un golpe duro en Budapest, que descubrió cuál era el camino para alcanzar la gloria y que se llevó un golpe todavía más duro cuando se quedó a las puertas de la final en 2020. Pero que fue su fuerza para ganar tres de las cuatro Champions siguientes y clasificarse para otra final este año.

Alexia y su famoso 'No hi ha distància' en 2020 / Barça TV
El Barça de Hansi Flick, de Lamine, de Pedri, de Cubarsí, de Olmo, de Gavi, de Casadó, de Balde, de Eric, de Fermín y compañía (también de Gerard Martín, que se dejó el alma en Milán y se vació luego con lágrimas), de Iñigo, Raphinha, Koundé y Ferran, hizo creer e ilusionarse a toda una afición. El lema del club era “Tornem on mereixem ser”, pero es que, a pesar de la derrota, el Barça ya está donde merece. Ya lo dijo Jordi Cruyff: "Mi padre estaría muy orgulloso". Porque esos niños que crecieron con humillaciones en algunos campos de Europa han devuelto al equipo todo el respeto digno de este escudo. Y si Lamine dice que la va a traer, podemos estar seguros de que lo va a hacer
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